ENCRUCIJADA
Más allá de Filgua
La Feria Internacional de Literatura de Guatemala (Filgua) se realizará entre el 14 y el 24 de julio. Este evento tiene que ir más allá de la venta de libros. Las conferencias y eventos que se están organizando lo demuestran. Tiene que ver con el papel de la literatura en un sentido amplio, e incluso con su sentido económico o turístico. Ojalá pueda ser un evento que contribuya a darle a la literatura guatemalteca el papel que merece, como ocurre en otros países, como Irlanda. Irlanda tiene cuatro premios Nobel de Literatura, junto a numerosos escritores y poetas que han sobresalido a nivel mundial. Incluyen desde Óscar Wilde, irónico escritor y dramaturgo que conoció a Enrique Gómez Carrillo en París y cuya atractiva estatua en Marion Square, hecha de varias piedras preciosas, es una atracción turística. Menos sabido es que la parte correspondiente a las manos y a la cabeza fueron hechas con jade blanco importado desde Guatemala. El personaje principal de la novela Ulises, de James Joyce, circula por varios lugares de Dublín y esa trayectoria ahora se ha convertido en un atractivo tour turístico. Sumemos a lo anterior el Museo de los Escritores, la Casa James Joyce y otro sinnúmero de atracciones turísticas vinculadas a escritores, como la pequeña torre donde el propio James Joyce casi sucumbió ante un vecino que decidió disparar cuando confundió una pesadilla con la realidad, o las calles que frecuentaba Samuel Becket, dramaturgo y premio Nobel que escribió Esperando a Godot. Es por algo que Dublín ha sido calificada como ciudad de la literatura por la Unesco, que, entre otras cosas, tiene importantes implicaciones turísticas.
Guatemala tiene un potencial literario que debería aprovecharse. Tiene una obra maestra como el Popol Vuh o Pop Buj y el Rabinal Achí, la obra dramática más antigua de América Latina. Bernal Díaz del Castillo escribió su obra en Antigua. Después vienen Rafael Landívar, José Batres Montúfar y José Milla, en el siglo XIX. En la transición de los siglos tenemos a Enrique Gómez Carrillo y Máximo Soto Hall, y a partir de los veinte a Rafael Arévalo Martínez, Manuel Galich, César Brañas y nuestro premio Nobel de Literatura, Miguel Ángel Asturias. Y la lista continúa con aquellos vinculados con la Revolución del 44 y el exilio mexicano como Carlos Solórzano, Mario Monteforte Toledo, Otto Raúl González, Luis Cardoza y Aragón y Augusto Monterroso. Juan José Arévalo puede incluirse aquí, y después vienen las víctimas de nuestra guerra interna: Otto René Castillo y Alaide Foppa, y posteriormente hay que agregar a Manuel José Arce. Entre las mujeres que han destacado se incluyen Elisa Hall, Romelia Alarcón Folgar y Luz Méndez de la Vega. Y entre los vivos están Margarita Carrera, Carmen Matute, Carolina Escobar Sarti, Anabella Giracca, Carol Zardetto, Denise Pefunchal, Eduardo Halfton, Rodrigo Rey Rosa, Rubén Nájera y muchos más.
Filgua será una oportunidad para conocer y comprar las obras de escritores guatemaltecos y del mundo entero, y merece todo el apoyo. Debiera desencadenar un interés renovado por la literatura guatemalteca. Las tres casas de Pablo Neruda fueron convertidas en museos que ilustran la vida y creatividad del poeta chileno y son visitadas por miles de turistas cada año, pero en Brasil acaban de cerrar el Ministerio de Cultura. Antes de que se le ocurra a algún político local cometer una barbaridad similar, ¿no podríamos tener un Museo Nacional de Literatura o una Casa Asturias, para dar a conocer su vida y su obra a guatemaltecos y a turistas?
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