Guatemala

Hay 339 niños a la espera de una familia

Guatemala está entre los países con procesos de adopción más rápidos, pese a ello 339 niños aguardan ser elegidos, asegura María José Ortiz Samayoa, directora del Consejo Nacional de Adopciones (CNA).

uno de los pequeños, que por ahora carece de una familia, observa por el ventanal de uno de los hogares de protección. Como él, muchos tienen la esperanza de ser elegidos como hijos.

uno de los pequeños, que por ahora carece de una familia, observa por el ventanal de uno de los hogares de protección. Como él, muchos tienen la esperanza de ser elegidos como hijos.

El número de niños favorecidos; sin embargo, ha disminuido por diversas razones: en el 2014 hubo 165 adopciones y en el 2015 fueron 136.

Completar un proceso de adopción puede demorar de seis a nueve meses. Una vez que el niño es declarado adoptable por el juzgado, desde que se notifica hasta que el caso llega a una junta de emparentamiento —en la cual empieza a seleccionarse la familia idónea para el niño— pasan 91 días.

“No todas las familias que son certificadas como idóneas reciben un niño”, aclara Ortiz Samayoa.

Añade que solo el 26 por ciento de las familias recibe infantes porque en realidad no hay tantos, no como ese “niño imaginario”, “ideal”, que los padres adoptivos buscan; sano, menor de cinco años, incluso con algunas características físicas similares a las de ellos.

En los hogares privados hay 4,161 niños, pero eso no quiere decir que todos puedan ser adoptados. Quienes están en esa categoría son menos del 10 por ciento —339 menores— indica Ortiz Samayoa. Otros viven con familias sustitutas y con familias ampliadas (parientes cercanos).

En el 2015 hubo 69 familias a la espera de adoptar un niño de entre 0 y 3 años. Este año, 85 padres considerados “idóneos” esperan ser seleccionados para acoger a 34 menores de hasta cinco años. La directora explica que 51 familias continuarán en el proceso porque esperan que el infante tenga un determinado perfil.

Largas esperas

Jireh tiene 6 años, el mismo tiempo que ha transcurrido para que el Juzgado Quinto de Niñez declare su adoptabilidad. En tanto se concreta el proceso y su caso llega a una junta de emparentamiento quizá pasen un par de años más, lo cual disminuye sus posibilidades de tener un hogar.

Dueño de unos ojos negros refulgentes, con seriedad comenta que aprende la “m de mamá”, “de mano”, “de mesa”, “de mono”. Una mamá “ríe, corre, grita, desayuna, almuerza y cena”, afirma mientras se enfrasca en una batalla de dinosaurios. Su mamá, fue la víctima de un crimen antes de que él cumpliera seis meses.

Al menos tres personas, supuestos tíos, lo han reclamado ante la justicia, pero los exámenes de ADN han dado negativo.

Nayeli tiene 17 años y estudia secretariado. La última posibilidad que tuvo de ser adoptada fue justo el año en que la Ley Nacional de Adopciones cambió.

Ella fue uno de los tantos “casos de transición” que quedó sin resolverse. El padre adoptivo, un ciudadano norteamericano, quien comenzó el trámite junto con su familia, enfermó de cáncer. Uno de los requisitos exigidos fue que después de someterse al tratamiento demostrara que sobrevivió seis meses. Cuando se le pregunta a Nayeli qué quiere hacer cuando su vida ya no dependa del hogar, responde: “Abogada de niños huérfanos como yo”.

Existen tres renglones de niños que parecen estar excluidos de las preferencias: quienes tienen 9 años o más, enfermos de VIH y los que tienen necesidades médicas y retrasos en su desarrollo psicomotor.

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