Por el cuadro de preeclampsia que presentaba, su vida y la de su bebé corría peligro, así que la comadrona que la atendía insistió en que recibiera atención médica en el Hospital Nacional de Tecpán Guatemala, Chimaltenango.
De no haber actuado a tiempo, ella hubiera sido parte de las estadísticas de mortalidad materna en Guatemala.
Según el informe Situación Epidemiológica Muerte Materna del Ministerio de Salud, en el primer trimestre del 2019 se reportaron 92 casos de madres que fallecieron por causas asociadas complicaciones con el embarazo, el parto o después de dar a luz.
Aunque la cifra se redujo este año un 12 por ciento, comparado con los casos registrados en el mismo período del año anterior, los decesos siguen, y el perfil de las guatemaltecas que fallece por estas causas persiste sobre todo en mujeres del área rural, indígenas, y con nivel de educación bajo, lo cual comprueba que las condiciones socioeconómicas y demográficas son determinantes en este tema.
92 muertes maternas se reportaron en el primer trimestre del 2019.
Las más vulnerables
Entre enero y marzo pasado, Seis de cada diez muertes fueron de mujeres indígenas de áreas rurales, y es en Huehuetenango (14), Quiché (10) y Alta Verapaz (10) donde ocurrió el mayor número de casos, estos tres departamentos acumulan el 51 por ciento de los decesos.
El informe del Ministerio de Salud señala que los fallecimientos se concentran entre población comprendida entre los 15-34 años, ocho de cada diez madres tenían esa edad, mientras que en el rango de 30-34 años ocurrió el 26% de casos, de estos el 38% no llegó a completar sus estudios del nivel primario.
Son las hemorragias la principal amenaza para las mujeres embarazadas, 42 murieron por esta causa, y la población indígena es dos veces más vulnerable a morir por esta condición. Mientras que siete decesos ocurrieron debido a infecciones. Por problemas de presión arterial (preeclampsia) se cuentan cinco casos, y es la tercera causa de muertes maternas.
46 por ciento de las muertes maternas es debido a hemorragias.
¿Dónde ocurrieron los decesos? El reporte indica que es en los hospitales públicos donde se da el mayor número, con el 57%, mientras que el 30% falleció al ser atendidas en sus hogares.
Barreras de atención
Kirsten Austad, directora del programa Salud de la Mujer del proyecto Sí madres, de Maya Health Alliance Wu Qu’Kawoq, refiere que en cuanto a atención obstétrica en los centros asistenciales las dificultades para socorrer a la población indígena y rural persisten.
La barrera lingüística es la principal. No poder comunicarse en su idioma materno con el personal médico causa temor en las pacientes, pues no comprenden con claridad los procedimientos médicos a los que serán sometidas, por ejemplo, una cesárea, de ser necesario. Esto hace que prefieran no ir al hospital.
A criterio de Cacilda Ramírez, quien labora en la Defensoría de la Mujer Indígena, hablar de pertinencia cultural en el país es solo un ideal, debido a que en las áreas rurales se carece de profesionales de la Salud que sean bilingües, y el número de médicos y enfermeros de la comunidad que hablan un idioma maya es mínimo. Este es uno de los principales retos para el Ministerio, agrega.
A esto se suma la dificultad de las madres para trasladarse a los centros asistenciales debido a la lejanía de estos, ya que conseguir transporte para llegar representa dinero, que muchas no tienen, además aumenta el riesgo por las malas condiciones de las carreteras.
Otro de los problemas es que el recurso humano en los centros es escaso para atender a la población que acude a ellos, también hay desabastecimiento de insumos y medicamentos.
En el informe del Ministerio de Salud, la cartera reconoce que existen estas barreras, pues una de las recomendaciones del documento señala la importancia de “garantizar la atención de embarazo, parto y puerperio por personal calificado y capacitado en toda la red de servicios del segundo y tercer nivel, valorando el abastecimiento de insumos y funcionamiento de equipo”.
Solución oportuna
El proyecto Sí madres trabaja en reducir la mortalidad materna en Tecpán Guatemala, Chimaltenango, y lo hace por medio de navegadoras obstétricas, figura que se le da a las mujeres que brindan acompañamiento a las madres en los hospitales y centros de Salud para que sean atendidas de manera inmediata y con pertinencia cultural, especialmente en casos de alto riesgo.
“Somos el vínculo entre la paciente y los médicos. Lo que las pacientes no logran comprender hacemos la traducción a su idioma materno”, dice Cecia Chonay, quien trabaja como navegadora desde hace año y medio.
Parte de su trabajo es estar en constante comunicación con las comadronas que también trabajan en el programa -son alrededor de 40- y que monitorean a las mujeres embazadas de la comunidad.
Si una comadrona alerta de que una mamá necesita ser llevada al hospital por complicaciones de su estado de gravidez, las navegadoras coordinan el traslado de la paciente para que reciba atención médica cuanto antes y acompañan a las madres durante el tiempo que estén hospitalizadas.
“Muchas mujeres indígenas dependen de los hospitales públicos para su cuidado médico cuando hay complicaciones en el embarazo. Estamos trabajando para ser el vínculo entre médico-paciente-sistema de Salud y mejorar la atención. Desafortunadamente los proveedores de Salud no siempre tienen los recursos, tiempo, y capacitación para atenderlas de una forma humana”, indica Austad.
Debido a esas carencias, la experiencia de las pacientes suele no ser positiva, por lo que surge desconfianza en el sistema de Salud dentro de la comunidad. Es ahí donde intervienen las navegadoras para ayudar.
El proyecto Sí madres trabaja por ahora con tres navegadoras obstétricas que están atentas a cualquier emergencia las 24 horas. Ellas coordinan transporte o acceso de la paciente al hospital desde la comunidad, tienen redes de coordinación con bomberos, fleteros y taxistas para lograr evadir las barreras de la distancia.
En el hospital, se aseguran de que la paciente se sienta segura y ayudan a aclarar sus dudas y a trasladar sus preguntas al personal médico.
“Las madres sienten confianza al estar dentro de los servicios por tener a alguien en quien confían. Las familias se muestran agradecidas por la comunicación y clarificación de procedimientos en su idioma, lo que ha ayudado a reducir estrés y comprensión del por qué se debe realizar una cesárea, por ejemplo, cuando hay urgencias y otros procedimientos”, señala Austad.
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