Hemeroteca

Laguna Magdalena, otra víctima de la sequía

La Laguna Magdalena era hasta hace unos años un hermoso espejo de agua, el cual fue denominado por los huehuetecos como Laguna Azul por sus aguas zarcas.

Ya en mayo de 2002 se advertía del peligro que corría la laguna de desaparecer. El problema se agravaba ya que en su entorno existía un ecosistema conformado por varias especies animales.

Aunque su tamaño no es de grandes dimensiones, en él convergían venados, tigrillos, aves y otras especies que bebían agua de ese afluente.

En ese entonces se señalaba que las causas de la disminución del nivel de la laguna era por la deforestación y depredación intencionada ya que se construyeron tanques de bombeo en el paso de riachuelos que alimentaban la laguna.  

Un reportaje de Revista D del 25 de septiembre de 2011 nos mostraba la belleza y la apacibilidad de la Laguna Magdalena, ubicada en la meseta de los Cuchumatanes.

Llegar a la Laguna Magdalena es una aventura única en Guatemala. En el trayecto se pueden observar paisajes donde se integran rocas kársticas, flora, fauna y neblina, propios de los páramos.

Este remanso es un paraíso que puede convertirse en el lugar ideal para vacacionar en familia o con los amigos. Está asentada en las montañas más altas de Centroamérica, los Cuchumatanes, al occidente del país. Localizada a 280 kilómetros de la capital y a 18 de la cabecera departamental de Huehuetenango, entre los municipios de Chiantla y San Juan Ixcoy, este depósito natural se caracteriza por sus aguas cristalinas color turquesa, que se nutren de los riachuelos y cascadas de su entorno.

El recorrido empieza en Chiantla, a 6 km de Huehuetenango. Aquí el turista puede apreciar la arquitectura, pero sobre todo la religiosidad, que en su capilla alberga la imagen de la Virgen de Plata, un ícono del pueblo católico. En su honor llega mucha gente en peregrinaciones, durante febrero y septiembre.

La aventura continúa en una carretera asfaltada, donde en cada kilómetro que se recorre se disfruta de los paisajes. Poco a poco se llega a una altura de tres mil 300 metros sobre el nivel del mar. Las estampas deslumbran a quien visita esta región plagada de rebaños de ovejas, que junto a la producción agrícola de hortalizas forman parte del sostén económico de sus habitantes.

“Acariciar las nubes con las manos, como escribió en su poema Juan Diéguez Olaverri, es una gratificante experiencia de mucha altura y frío, pero no detenerse a disfrutar su riqueza natural es como no ver la bondad de la creación divina”, expresa Alberto Sales, vecino de la meseta de los Cuchumatanes.

Al llegar a la aldea La Capellanía, en la cima de los altos montes, puede apreciarse el comienzo de las praderas, donde con frecuencia se observan rebaños pastoreados por niños con las mejías agrietadas por el frío, debido a que la temperatura suele descender a 0 grados centígrados.

En el km 276 de la carretera, hay una caseta del lado derecho que marca que se debe cruzar, con lo cual arranca la expedición en un camino escabroso entre valles y montañas, bosques y comunidades de esta zona del altiplano huehueteco. Campos pintados de amarillo por margaritas silvestres, que crecen durante esta época, adornan el recorrido, que en este tramo se debe hacer en vehículo de doble tracción, porque existen partes del camino en malas condiciones, donde no podría transitar un automóvil de simple arrastre.

En el corazón de la Sierra, los vehículos deben dejarse estacionados, para iniciar una caminata de 1.8 km a través de un sendero ecológico, que fue construido recientemente. También se edificaron cabañas que emplean energía solar, para los que quieran acampar.

Para hacer el recorrido más placentero y admirar mejor los paisajes, se debe contratar un guía.  Para llegar a este paradisíaco lugar en microbuses que parten de Chiantla, se emplean, en promedio, 3.5 horas, mientras que en vehículo particular se reduce a dos. Hay que tomar muy en cuenta que se deben caminar 1.8 km.

ESCRITO POR: