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Isabela García tiene 2 años y fue diagnosticada con sordera profunda bilateral, por lo que no escuchaba nada a excepción de ruidos fuertes que se originaran cerca de sus oídos; sin embargo, fue la primera beneficiada en esta jornada. Sus padres lloraron y se emocionaron al ver el resultado del dispositivo.
“Cuando me dijeron que nunca iba a escuchar fue muy duro, porque uno espera que ellos lo escuchen a uno, a veces me pedía pacha, pero no sabía cómo comunicarme con ella. Ha sido un proceso duro, pero gracias a la Fundación el sueño de que ella escuchara se hizo realidad”, dijo entre lágrimas Karen Estela Orozco, madre de Isabela.
“Me siento contento y agradecido con Dios y con la Fundación porque gracias a ellos mi nena podrá escuchar bien”, indicó Mario García padre de la niña.
Virgilio Rodríguez, representante legal de la Fundación, indicó que este viernes 5 de julio comenzaron la activación de 11 implantes y la jornada terminará el martes próximo.
Rodríguez recalcó que hay una gran lista de pacientes en espera para beneficiarse con el dispositivo, ya que deben acudir a un tratamiento para determinar si tiene opción de un implante.
“Antes era más rápido, pero ahora tenemos una lista grande de niños en espera de ser tratados, ahora vienen 500 niños pero los tomamos de acuerdo a la antigüedad que tienen de estar en terapias y en espera, se hacen de 10 a ocho exámenes para ver si el niño es candidato a escuchar con este tipo de procesadores”, refirió.
Agregó: “Les hacen una incisión atrás de la oreja y les conectan el nervio auditivo con el implante, cuando se les seca o cicatriza la herida se les coloca el procesador”, refirió.
Este viernes también fue activado el implante de Juliana Vicente, de 4 años, su reacción fue de temor al escuchar por primera vez la voz de sus padres y de los médicos.
“Estoy muy contenta, para mi es una bendición que mi hija pueda escuchar, ha sido difícil el hecho que ella no escuche, pero ahora ya puede escuchar y agradezco a los médicos”, dijo Santos Vicente, madre de la niña.
Agregó que son originarias de Momostenango, Quiché, aunque por el tratamiento de Juliana han vivido dos años en la Ciudad de Guatemala, donde actualmente trabaja.
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