Es primera hora de la mañana en la capital india cuando miembros de la ONG Bachpan Bachao Andolan (BBA, del premio Nobel de la Paz Kailash Satyarthi) y un par de decenas de policías comienzan a dividirse en pequeños grupos para hacer una redada en diferentes talleres clandestinos.
Ataviados con lazos de colores que permitirán identificar quién rescató a cada niño en la operación se despliegan por una zona de calles laberínticas en el noreste de Delhi.
Todo está a punto de comenzar, pero a excepción de tres altos cargos de BBA y el magistrado de la zona, nadie sabe a donde se dirigen.
“La corrupción”, explicó a Efe el director de operaciones de BBA Rakesh Senger, obliga a mantener las operaciones de rescate en secreto para evitar soplos a los criminales por parte de las autoridades.
“Los agentes conocen todas las callejuelas y actividades ilegales” que se producen en sus áreas, pero aceptan sobornos a cambio de silencio, explicó.
La unidad contra el Tráfico de Personas de la Policía de Delhi rehusó hacer declaraciones a Efe sobre esta u otra cuestión.
Esta mañana alrededor de unos veinte agentes acompañan al escuadrón de BBA, pero sólo uno de ellos está presente cuando la estampa se torna violenta en una pequeña fábrica de joyas escondida en un edificio que desde el exterior pasa por una vivienda más.
La operación del día concluye con 15 niños varones de entre 12 y 16 años en la sala del magistrado, uno de los más pequeños llora desconsoladamente mientras son sometidos por turnos a examen médico.
Ellos son, sin embargo, sólo una de las caras de la explotación infantil en el país, ya que la otra, la femenina, gira alrededor del comercio sexual y el trabajo doméstico.
Unos 135.000 menores desaparecieron durante 2013, cuando entró en vigor una nueva norma para atajar este flagelo, una cifra que en 2015 se redujo a casi la mitad, unos 67.000, según datos de BBA.
El asesor legal y especie de líder en la sombra para BBA, Bhuwan Ribhu, hijo del Nobel, achaca la mejoría a “la intervención del Tribunal Supremo de la India” y a la creación de la “completa y robusta” legislación de hace tres años.
No obstante, 70.000 de los desaparecidos en 2013 continúan en paradero desconocido, por lo que “se puede asumir con certeza que han sido explotados de una forma u otra”, explicó a Efe, para ejemplificar cómo el número de menores víctimas del traficó infantil es “varias veces mayor” que el balance oficial.
Habla de casos que no se reportan y otros que no son registrados por la Policía.
Las víctimas proceden de las regiones indias más azotadas por la “pobreza, la ignorancia y el analfabetismo”, como los remotos estados del noreste del país y los empobrecidos Chhattisgarh (este) o Bihar (norte).
“Sin embargo, las áreas de destino son las ciudades nuevas, donde el tráfico de niñas bajo la custodia de agencias de colocación y el tráfico de niños para el trabajo en talleres clandestinos es el mayor crimen organizado de la India en estos momentos”, dijo Ribhu.
La asesora legal N. Vidya detalló a Efe que en sus siete meses de redadas con la ONG las condiciones que presencia son siempre igual de “patéticas”.
“Generalmente son obligados a dormir en el mismo lugar de trabajo y no reciben comida apropiada y nutritiva o agua. El área en que trabajan es una habitación muy pequeña sin apenas luz natural o ventilación”, relató.
Según Vidya, los niños suelen ser engañados por los dueños de las fábricas, en muchos casos naturales de su misma aldea de origen, con promesas de un salario mínimo (en Delhi de unos 150 dólares) que finalmente se materializa en 45 dólares mensuales en los mejores casos.
A Senger le preocupa especialmente la proliferación de “burdeles” clandestinos en viviendas particulares, que a efectos legales no son prostíbulos y que en Delhi, dice, se cuentan por cientos.
En ellos acaban a menudo niñas llegadas de Nepal y Bangladesh, un tráfico internacional sobre el que no existen cifras oficiales pero que engrosa la lista de centenares de miles de víctimas que aún se registran anualmente en el gigante asiático.
“India es un país con un marco legal muy fuerte”, manifestó el hijo del Nobel de la Paz.
“Y este marco legal -demandó- necesita ser apoyado por estrategias amplias de prevención, operaciones de rescate y una rehabilitación completa para los niños”.
La explotación infantil es vista como forma “usual” de trabajo en muchas economías. (Video: tomado de Youtube)