Tras un inicio nefasto de Francia contra Irlanda, el atacante del Atlético de Madrid remontó con dos tantos (57 y 61) el gol inicial de los irlandeses, anotado por Robert Brady (2) desde el punto de penal.
“Para mí, ha sido como todo el año con el Atlético Madrid, ganamos 1-0 o por un gol de diferencia y sufrimos hasta el final”, dijo Grizou.
El delantero atlético también forzó la expulsión de Shane Brady a los 66 minutos, lo que facilitó la labor de Francia, que en cuartos de final se enfrentará al vencedor del partido Inglaterra-Islandia el domingo 3 de julio en Saint Denis.
“Desde el momento en el que el árbitro pita el penal (del 0-1 en el minuto 2), tienes que correr por detrás del marcador y es más fastidioso. Pero en el vestuario (en el descanso) nos dijimos cosas y el equipo cambió”, declaró Griezmann a la televisión francesa TF1.
El preferido
A sus 25 años y con pocos partidos con la camiseta bleu, el jugador de Macon se ha convertido en el preferido de los franceses, que desde hace años buscan, sin éxito, un ídolo que encabece la selección.
La ausencia de Karim Benzema, por los problemas que arrastra con la justicia de su país, ha dejado más expuesto al atacante rojiblanco, que tras la gran temporada que completó en su club lleva sobre sus espaldas buena parte de las esperanzas de Francia.
Griezmann puede salir coronado de esta Eurocopa, en la estela de un Zinedine Zidane en 1998, o trasquilado, como el Frank Ribéry de 2010.
El jugador está preparado para soportar la presión, pese a ese aspecto frágil al que le condenan su cara imberbe y su aspecto aniñado.
Griezmann ha sabido aislarse de toda fuente de conflicto y su nombre no aparece ligado a la crónica social, ni a la de sucesos, a diferencia de lo que les sucede a algunos de sus compañeros.
Al contrario, el colchonero goza de una reputación de joven asentado, padre responsable y feliz en familia, muy integrado en España, donde llegó con 14 años (su pareja es de San Sebastián) pero que nunca ha renegado de sus orígenes franceses.
Una imagen que no siempre ha sido tan buena. El atacante conserva aún la cicatriz del resbalón que cometió en 2012, cuando abandonó una concentración de la selección Sub-20 para escaparse a una discoteca de París.
Fue un borrón que pagó caro, puesto que, al igual que los otros compañeros de juerga, fue suspendido durante dos años de toda participación en una selección francesa.
