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De acuerdo con el psiquiatra Héctor Aquino, el TOC es una condición patológica que consiste en un procesamiento de pensamientos, sentimientos y acciones repetitivas. Las personas con esta enfermedad presentan obsesiones ante las cuales tienen necesidad de reaccionar para disminuir la ansiedad o estrés. A estas reacciones se le conoce como compulsiones.
Este trastorno se puede diagnosticar cuando las obsesiones y compulsiones consumen excesivas cantidades de tiempo, causan estrés significativo e interfieren en actividades sociales, familiares, de trabajo o en la rutina normal.
Las obsesiones son imágenes o pensamientos persistentes e incontrolables, que son invasivos, perturbadores y no deseados. Para las personas con TOC, la única forma de aliviar la ansiedad es con acciones mentales repetitivas. Sin embargo, el alivio que provocan es temporal y refuerzan la obsesión.
“Algunos de los síntomas son regresar a verificar si se apagó la estufa, si se cerraron bien las puertas, el lavado compulsivo de las manos o las prácticas excesivas de limpieza personal. Asímismo, puede aparecer la repetición de una palabra o frase de una pieza musical, que se repite constantemente sin poder parar o desviar la atención de ella, hasta que llega el momento en que la persona siente molesto lo que le está sucediendo”, explica Aquino.
Causas y factores
Los factores que influyen en las causas del TOC pueden ser biológicos, es decir, las personas presentan alteraciones del lóbulo frontal del cerebro y en la secreción de serotonina. También por factores hereditarios, que puede ser por los genes o por herencia psicosocial, que sucede cuando alguno de los padres sufre de TOC y su hijo lo hereda por los patrones de conducta de sus progenitores. El comportamiento obsesivo compulsivo lo presenta en la relación de crianza y genera estos mismos síntomas y signos en la vida del infante.
Según Aquino, debido a que el TOC es un trastorno, puede ser tratado con medicamentos, especialmente antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina -ISRS-, que detienen los procesos obsesivos. También se puede tratar mediante psicoterapia cognitiva conductual y neoconductismo. “La introspección inducida por la psicoterapia es de gran ayuda. Lo aconsejable es que esta enfermedad deba ser trata por psiquiatras y psicólogos psicoterapeutas”, dice el profesional.
Scarlette Muñoz, coach de vida, también enfatiza que las personas que padecen esta enfermedad deben buscar ayuda profesional, porque el error que cometen es hacer funcionales sus compulsiones o tratarlas de hacer parte de su vida. El problema es que estas personas padecen de altos niveles de perturbación en la sociedad por el exceso de ansiedad e intolerancia, que no son saludables para ellos, ni para quienes los rodean.
“Yo tenía un paciente con obsesión de higiene y limpieza. Su forma de hacer que estos pensamientos obsesivos fueran funcionales fue que siempre llevaba utensilios de limpieza en una bolsa y los usaba en todos lados. El problema es que eso evitaba que buscara ayuda profesional, porque la compulsión lo calmaba momentáneamente. Sin embargo, con el tiempo por estas obsesiones fueron aumentando hasta que tuvo problemas con su familia”, comenta Muñoz.
Por lo tanto, Muñoz comenta que los profesionales que tratan esta enfermedad deben invitar a las personas a cuestionarse los pensamientos obsesivos que padecen y a que los consideren irracionales. Esto puede lograrse de dos formas:
- Utilizar evidencia para demostrar irracionalidad: “Por ejemplo, alguien con obsesión con el color rojo y que evita usarlo en cualquier ámbito de su vida porque consideraba que es de mala suerte, se le cuestiona cuántas veces en su vida escolar escribió los títulos con lapicero rojo. Me dice que en varias ocasiones lo hizo. Luego le pregunto que, de esas veces, cuántas tuvo mala suerte, y me responde que en ninguna. Ahí la persona se da cuenta que usar ese color no le da mala suerte”, explica la coach.
- Buscando estadísticas de las probabilidades: “Una persona tenía obsesión de las bacterias, por lo que no tocaba las manecillas de las puertas por miedo a adquirir una. Le comenté que antes de su obsesión tocó varias manecillas y durante esos años solamente se enfermó de gripe común. Entonces, ¿cuál era la probabilidad de que ahora toque una manecilla y sí le dé una bacteria? Cuando lo piensa, se da cuenta que no hay posibilidad de que suceda”, dice Muñoz.
Para Muñoz, lo importante es llevar al paciente a su propio pensamiento y que cuestione sus obsesiones. El procedimiento será progresivo y al ritmo de cada persona, por lo que se debe ser paciente. Debido a que es una enfermedad que afecta la vida cotidiana, siempre es mejor acudir a profesionales de la salud mental.
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