Internacional

Obama vuelve a la España que conoció como “mochilero”

Barack Obama tenía 26 años, el estómago medio vacío y muchas dudas sobre su identidad cuando visitó por primera vez España.

Barack Obama (izquierda) es recibido por Mariano Rajoy en Palacio de Mancloa, España. (Foto Prensa Libre: EFE)

Barack Obama (izquierda) es recibido por Mariano Rajoy en Palacio de Mancloa, España. (Foto Prensa Libre: EFE)

Esa misma España que hoy lo recibe con honores, le causa deseos de volver, sin el cargo de presidente, despacio y “sin mochila”.

“Ésta no es mi primera visita a España ni a Madrid. Pero confieso que la primera vez que vine a Madrid no fue en el (avión presidencial) Air Force One”, dijo hoy Obama antes de reunirse con el rey Felipe VI en el Palacio Real.

Era 1987 y Obama “llevaba una mochila”, se “movía a pie la mayor parte del tiempo”  y “comía lo más barato”  que encontraba, recordó.

El joven Obama pasó por Madrid y Barcelona durante un recorrido por Europa justo antes de hacer un viaje de enorme importancia emocional para él: su visita a Kenia para conocer a la familia de su padre, que lo abandonó cuando él tenía 2 años y al que sólo volvió a ver cuando tenía 10.

“Durante tres semanas viajé solo, bajando por un lado del continente (europeo) y subiendo por el otro, la mayor parte del tiempo en autobús y tren, con una guía de viaje en la mano”, relató Obama en su libro de memorias Dreams from my father   (“Sueños de mi padre”), una reflexión sobre sus orígenes que publicó en 1995.


“Me tomé el té al lado del Támesis y observé cómo los niños se perseguían entre los castaños de los Jardines de Luxemburgo. Crucé la Plaza Mayor (de Madrid) en pleno mediodía, con sus sombras de (el pintor italiano Giorgio) De Chirico y sus gorriones arremolinándose en un cielo azul cobalto”, resumió Obama.

Su recuerdo más vívido de España es el de una noche en la que “esperaba un autobús nocturno en una taberna al lado de la carretera a medio camino entre Madrid y Barcelona”.

“Unos pocos ancianos bebían vino en vasos pequeños y algo sucios. Había una mesa de billar en un lado, y por alguna razón yo había juntado las bolas y empezado a jugar”, rememora Obama.

“Cuando estaba terminando, un hombre con un fino suéter de lana había aparecido de la nada y me preguntó si podía invitarme a un café. No hablaba inglés, y su español no era mucho mejor que el mío, pero tenía una sonrisa cautivadora y daba la impresión de ser alguien que necesitaba compañía”, añade.

El hombre le contó que era de Senegal y estaba recorriendo España para trabajar como jornalero, con la esperanza de reunirse con su esposa de nuevo en su país “en cuanto ahorrara el dinero suficiente”.

“Acabamos viajando juntos a Barcelona, sin hablar mucho ninguno de los dos, él volviéndose hacia mí cada rato para tratar de explicar las bromas del programa español que emitían en el televisor con video colocado encima del asiento del conductor”.

“Poco antes del amanecer, nos dejaron delante de una vieja estación de autobuses, y mi amigo me hizo gestos para que le siguiera hasta una palmera baja y gruesa”, apunta.

El senegalés sacó entonces de su mochila “un cepillo de dientes, un peine y una botella de agua”  que le entregó a Obama “ceremoniosamente”, y ambos se lavaron antes de volver a ponerse las mochilas al hombro y dirigirse al centro de Barcelona.

El joven Obama vio algo de sí mismo en su compañero de viaje, aunque no se quedó con su nombre.

“Mientras andábamos hacia las Ramblas, sentí como si le conociera mejor que nadie, (sentí) que, viniendo de extremos opuestos del planeta, de algún modo estábamos haciendo el mismo viaje”, apuntó.

“Cuando finalmente nos despedimos, me quedé en la calle durante mucho, mucho tiempo, mirando cómo su silueta esbelta y de piernas arqueadas se empequeñecía en la distancia mientras una parte de mí deseaba unirse a él en una vida de carreteras abiertas y de otras mañanas azules”.

Viaje equivocado

Pero Obama pronto se dio cuenta de que “ese deseo solo era un romance, una idea, tan parcial”  como la imagen que tenía de su padre o la que se había formado de África sin conocerla aún.

“Finalmente me quedé con el hecho de que este hombre de Senegal me había traído café y ofrecido agua, que eso era real y que quizá eso era todo lo que cualquiera de nosotros podíamos esperar: un encuentro fortuito, una historia compartida, un acto pequeño de bondad”, concluyó.

1987, año que Obama llegó por primera vez a España.


Obama buscaba su identidad en ese viaje, y pronto se dio cuenta de que su decisión de visitar Europa antes de viajar a Kenia había sido “un error”, no porque el viejo continente no fuera “precioso”, sino porque no era lo que necesitaba en ese momento.

“Empecé a sospechar que mi parada europea era solo una forma más de retrasar las cosas, un intento más de evitar enfrentarme al viejo hombre”, explicó en referencia a su padre, que había muerto cinco años antes y cuyo abandono le había marcado profundamente.

El mandatario “nunca”  imaginó que en su siguiente visita a España lo recibiría el rey, según aseguró hoy.

Tampoco había previsto una parada tan breve en un país que “les encanta”  a su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sasha, y confió en volver para una visita más larga después de dejar el poder en enero.

Quizá entonces pueda volver a recorrer la Plaza Mayor madrileña, visitar la Catedral sevillana que hoy se quedó sin conocer y comparar sus conclusiones con la de aquel veinteañero que caminó reflexivo por la España de los ochenta.

Resalta Alianza

El presidente estadounidense, Barack Obama, resaltó este domingo la “extraordinaria alianza”  con España, en una simbólica pero breve visita opacada por los sangrientos tiroteos en Dallas y las tensiones raciales en su país.

“Quisiera poder quedarme más tiempo”, dijo Obama en una reunión con el rey Felipe VI, durante su visita relámpago de menos de 24 horas. Pero “pensé que era importante venir dadas la extraordinaria amistad y alianza”  bilateral, afirmó.

Obama, quien llegó el sábado en la noche de una cumbre de la OTAN, debió recortar a la mitad su estadía en suelo español, para regresar cuanto antes a Estados Unidos, estremecido por la matanza del jueves de cinco policías por un joven negro veterano de guerra.

Aprovechando declaraciones a la prensa junto al jefe de gobierno español saliente, Mariano Rajoy, Obama llamó a la calma en su país.

Obama, ha llegado a la base naval de Rota  (Cádiz, sur de España) , última parada de su viaje de apenas un día a España.

Obama, que ha sido recibido por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, visitó el buque USS ROSS, uno de los cuatro destructores estadounidenses de la clase “Arleigh Burke”  que EEUU ha desplegado entre 2014 y 2015 en Rota  (Cádiz, sur) para conformar el escudo antimisiles de la OTAN.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: