Vive en el Centro de Cuidado Country Arch, en Pittstown, adonde llegó a los 99 años. Cuando se le preguntó qué siente ser la estadounidense más longeva, respondió al diario: “No siento nada diferente”. Y cuando se le preguntó qué se siente ser estadounidense contestó: “Bueno, nunca he sido otra cosa”.
Pese a que nació el 12 de diciembre de 1902 en Newark, casi siempre se rebaja los años cuando le preguntan su edad.
Dunlap fue maestra antes de casarse y dedicarse a cuidar a sus tres hijos. Su esposo trabajó para una compañía de seguros y murió en 1963. No explicó a qué se debe su longevidad. Su hijo de 86 años, Earl, tampoco supo qué decir sobre la larga vida de su madre.
“Es difícil explicar”, dijo Earl Dunlap. “Ella nunca ha corrido o algo así. No es flaca pero nunca pesó más de 64 kilos (140 libras). Fumó, y cuando mi padre tuvo su primer ataque al corazón, ambos dejaron de fumar. Creo que ella comía todo lo que quería”.
Susan Dempster, la directora de actividades del centro de cuidado dice que Dunlap es una participante pasiva en las actividades diarias y socializa lo menos posible pero siempre está a la espera de la llegada de las niñas exploradoras que vienen a cantar villancicos navideños.