Tras cruzar la alambrada erigida del lado estadounidense, que refuerza la línea fronteriza, y aprovechando que una zona del estrecho río apenas forma unos charcos, familias enteras se arrojaron a los brazos de unos y otros, algunos emocionados hasta las lágrimas.
“Este evento se hace con la intención de que las familias puedan saludarse después de muchos años de no verse por sus condiciones legales en Estados Unidos, también para tomar conciencia entre el gobierno estadounidense para que dé entrada a reformas migratorias”, dijo a la prensa Dylan Corbett, de la organización Instituto Fronterizo Esperanza que organizó el encuentro junto con la Red Fronteriza de los Derechos Humanos.
“Veinte años sin verlos”, expresó Minerva Rayo, quien tuvo la oportunidad de reencontrarse con sus hermanos, de quienes se alejó cuando se fue a vivir a Estados Unidos.
Se estima que en Estados Unidos viven unos 11 millones de indocumentados, la mayoría de ellos mexicanos que migraron obligados por la necesidad de encontrar un empleo que les permita subsistir y enviar dinero a sus familias.
Si bien algunos de ellos ya legalizaron su situación migratoria, muchos pasan años sin ver a los suyos pues temen salir de Estados Unidos y no poder regresar o perder sus derechos, mientras que para sus familiares es prácticamente imposible obtener una visa para visitarlos.
Los mexicanos empezaron a reunirse desde la madrugada del miércoles en ambos lados de la frontera, que era vigilada desde El Paso, Texas, por numerosos elementos de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, quienes filmaron incluso a cada uno de los que bajaron al cauce del Bravo para evitar que ingresaran indocumentados confundidos entre la multitud.
Del lado mexicano estuvieron presentes agentes federales y municipales desde la madrugada para evitar que fueran asaltados, ya que la zona del evento es considerada de alto riesgo.
En otros puntos fronterizos como Tijuana (noroeste), fronteriza con San Diego, California, se han realizado encuentros similares anteriormente.