Otra, otra
No me fue mal. Al menos no terminé como el jovencito que devolvió el desayuno. A la par iba su novia. Los niños que iban a pocos asientos del mío se dedicaron a reír y a gritar a todo pulmón. Estaban en sintonía con el grupo de amigas adolescentes, mis otras vecinas. El resto de “pasajeros” eran padres de familia con sus chicuelos y varios jóvenes enamorados que aprovechan el vaivén de los asientos para abrazarse.
“Subamos otra vez, ala, sí”, escuché una vez bajé. Era un niño de unos ocho años brincando e interrumpiéndole el paso a su mamá. El gesto de la señora fue evidente. Un no sería su respuesta, misma que interrumpí para conocer los detalles de su experiencia. Pero el temor de hablar con un desconocido que le indicó tenía intenciones de publicar su historia, la hicieron desistir. Intenté abordar a otras madres cercanas a la rueda, en distracciones como “el gusanito” y el carrusel pero se sobrepuso su timidez.
Al dejar la feria tuve mejor suerte con Zulma Flores, quien visitó el lugar de las 10 a las 13 horas junto con sus hijos Maicol y Rebeka. No se animaron a subir a la rueda pero sí disfrutaron del trampolín y de las golosinas. “Si hay posibilidad, queremos venir a dar otra vuelta”, dijo la madre.
Seguridad
Doña Zulma pidió le enviara una fotografía de las que le tomé con sus niños. Me hubiera dado su smartphone para que le quedara un recuerdo de la visita, pero contó que no quiso llevar el celular pues hace un par de años la asaltaron al dejar la feria y lo perdió.
Este año, para minimizar ese tipo de atracos, la Municipalidad de Guatemala indica que hay 60 policías municipales, 60 de la Policía Municipal de Tránsito, 50 de la Policía Nacional Civil y que se cuenta con apoyo del Ejército.