Brasil, que goleó 6-0 a Honduras en el mítico Maracaná con una actuación brillante de su ídolo y capitán, persigue afanosamente la inédita presea dorada para saldar la humillante deuda del Mundial-2014 y que desde entonces se convirtió en el causante de sus fracasos en dos Copas América.
Honduras y Nigeria, por su parte, lucharán por la medalla de bronce el sábado en Belo Horizonte.
First the women, now the men – we are Olympic medallists! 😆 #Rio2016 #NGRGER pic.twitter.com/3mBSyb2uYf
— Germany (@DFB_Team_EN) August 17, 2016
Alemania se encontró muy rápido con el gol cuando Klostermann marcó libre de marca en el área pequeña, llegando a espaldas de la defensa para aprovechar un servicio de Maximilian Meyer que se cruzó de palo a palo para que conectara el defensor sobre la raya.
Más organizada en el campo y con una mejor distribución de la pelota, la teutona olímpica fue sometiendo con el paso de los minutos a las ‘Águilas Verdes’, que poco hicieron en la primera parte y no crearon peligro en la inicial.
Nigeria, que llegó a semifinales después de quitarse de encima a una fría Dinamarca en los cuartos y ganar el Grupo B por encima de Suecia, Japón y Colombia -con la que perdió-, intentó una tímida reacción en la segunda parte, pero insuficiente para inquietar a la zaga alemana.
Ni John Obi Mikel, sin socios en la mitad, ni los veloces Imoh Ezekiel, Aminu Umar y Sadiq Umar tuvieron espacios para llegar con propiedad al arco de Horn. Nigeria lucía entregada y en cada ataque alemán sufría para evacuar el peligro.
Era cuestión de minutos que el arco nigeriano volviera a caer porque Alemania había apurado el paso sobre el final, después de una pausa para frenar el desordenado ímpetu de los africanos por encontrar el empate.
Y así fue como llegó el 2-0 con Selke, que sobre el palo derecho empujó una pelota servida por Peteresen en un contragolpe que tomó muy mal parada a la zaga de las ‘Águilas’.
La torcida, volcada desde el inicio a alentar a los africanos, comenzó a gritarle a los alemanes “¡O, Alemanha, pode esperar, a sua hora vai chegar!”, una especie de advertencia de la afición brasileña por el 7-1, la tragedia moderna del país del ‘jogo bonito’.