Departamental

Nacidos en EE. UU. viven en pobreza

Aunque no se tienen datos oficiales de cuántos niños que han nacido en Estados Unidos viven en el suroccidente de Guatemala como consecuencia de que sus padres fueron deportados, el caso de cuatro de ellos, en Totonicapán y Retalhuleu, ejemplifican lo que tienen que afrontar para adaptarse a su nuevo estilo de vida, ya que viven en condiciones de pobreza.

Jennifer Xiloj  García —izquierda—,  de 11 años, nacida en Estados Unidos,  en el patio de su precaria vivienda   en la aldea Chivarreto,   San Francisco El Alto, Totonicapán.

Jennifer Xiloj García —izquierda—, de 11 años, nacida en Estados Unidos, en el patio de su precaria vivienda en la aldea Chivarreto, San Francisco El Alto, Totonicapán.

En la aldea Chivarreto, de San Francisco El Alto, Totonicapán, viven Inocenta Casimira García, de 40 años, deportada de EE. UU. hace dos años, y su hija Jennifer Xiloj García, 11, nacida en ese país, a quienes les ha costado adaptarse al cambio de vida por falta de fuentes de trabajo.

La menor, quien estudia en la Escuela Oficial Rural Mixta Chivarreto, extraña lo que tenía en EE. UU.

“Lo que estoy estudiando en quinto grado ya lo había visto en Estados Unidos. Las refacciones allá eran sándwich de pollo, ensaladas, frutas y leche, aquí solo hay atol, y de vez en cuando, algún pan o galleta”, dijo.

Otra de las dificultades que afronta Jennifer es que se enferma de la garganta, según su madre, a causa del polvo, el humo, la mala alimentación y el contacto con animales de corral.

Además, su inglés ya no es fluido, su cabello está maltratado, al igual que sus manos, que están resecas, porque no hay dinero para comprar champú ni crema.

“Me duele ver el sufrimiento de mi hija, porque me recuerda mi infancia que estuvo rodeada de pobreza. Yo le dije que se quedara en Estados Unidos para que estudiara y viviera en mejores condiciones, pero no quiso; prefirió venir conmigo, pero lógicamente aquí es otra historia”, relató García.

En la escuela también estudia su prima Thalía Hernández, 6, quien también nació en EE. UU., pero su madre fue deportada hace tres años.

La maestra Ceferina Maldonado dijo que la falta de desarrollo, educación y salud en la aldea afecta la vida de las menores que recibían atención integral en el país en donde nacieron.

“Es difícil el caso de Jennifer, porque estaba acostumbrada a métodos de vida modernos, al igual que la educación que recibía, aspectos que en las comunidades de Guatemala no hay”, expresó.

En la zona Costera

En la aldea El Xab, El Asintal, Retalhuleu, Ángela Morales Suramá, 35, vive el mismo panorama con sus hijas, Sofía y Rosalía Sales Morales, 5 y 3, respectivamente, nacidas en EE. UU.

“Yo regresé a Guatemala porque fui detenida durante una redada en una procesadora de pollo, en Chattanooga, Tenesi. Mi esposo se quedó en EE. UU. con tres de mis hijos, y yo me traje a dos”, refirió.

“Ellas nacieron en EE. UU. y a pesar de que éramos indocumentados, había comida, medicinas y educación. Espero que un día las cosas mejoren para mis hijas, no quiero que crezcan aquí porque los gobiernos solo piensan en beneficiar a sus financistas y a sus familias”, señaló.

Las madres comentaron que las niñas tienen doble ciudadanía, por lo que pueden seguir sus estudios en Guatemala.

Ambas no tienen trabajo y viven con lo poco que pueden hacer en sus comunidades. Afirmaron que sus cónyuges no les envían dinero desde hace varios meses.

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