El poblado donde vivía, Ganokh, se encontraba en la línea de fuego entre India y Pakistán, en el Himalaya.
BBC NEWS MUNDO
Kargil: las olvidadas víctimas de la guerra librada a mayor altura en la historia
La guerra comenzó poco después de que Zainab Bibi contrajera matrimonio en la primavera de 1999. "Estábamos en la casa y era de noche, alrededor de las 8. Vimos que estallaban proyectiles en lo alto de las montañas, así que corrimos hacia las cuevas refugio", recuerda.
Los combates produjeron cientos de víctimas en ambos lados de la Línea de Control que divide a Cachemira. GETTY IMAGES
Se trata de una región ubicada en el lado paquistaní de la línea de control que divide a Cachemira, un territorio que ambos países se disputan en lugares entre 5.000 y 5.550 metros sobre el nivel del mar.
Hace 20 años, una operación secreta ordenada por generales paquistaníes para ocupar las tierras altas en Kargil, en el lado indio, se convirtió en una guerra que no esperaban.
Esto condujo a una derrota vergonzosa y provocó eventos que culminaron en el tercer golpe militar del país en 50 años.
Miles de civiles del poblado de Zainab y de otros pueblos cercanos perdieron sus hogares y su sustento en el conflicto.
Un número similar quedó desplazado en el lado indio, pero pudieron regresar a sus hogares después de la guerra.
En el lado paquistaní, sin embargo, las promesas oficiales de ayuda luego de la guerra nunca se materializaron y muchos continúan viviendo en barrios pobres de refugiados en varias partes del país.
“Nos dejaron solos”
Zainab recuerda que después de la primera noche, los bombardeos se intensificaron durante varios días. Poco después comenzaron a morir personas que ella conocía.
Un proyectil cayó donde su abuelo estaba regando, en lo alto del pueblo. Murió al instante.
Otro proyectil cayó sobre un techo en el pueblo y mató a dos adolescentes que estaban sentados al sol. A medida que se extendía el miedo, el personal del Ejército estacionado en el área les dijo a los habitantes locales que partieran.
“No dijeron dónde ni cómo. Nos dejaron solos“, dice Zainab, que ahora tiene 33 años y habló con la BBC en la capital paquistaní, Islamabad, a donde se fue a vivir.
“Recogimos algunas cobijas y utensilios y los colocamos en un camión donde viajaban apretados nuestros vecinos. Dejamos nuestros yaks, vacas y cabras bajo el cuidado de Dios”.
Se dirigieron a Skardu, a unos 150 km al norte. Vivieron allí durante dos meses, en una choza que les ofreció un habitante local, hasta que Pakistán anunció el cese del fuego y ordenó a sus tropas retirarse de las cumbres que habían ocupado en el lado indio.
“Cuando la guerra terminó, mucha gente estaba indecisa sobre qué hacer. Uno de nuestros vecinos que visitó nuestro pueblo dijo que la mayoría de las casas estaban dañadas, los huertos destruidos y gran parte del ganado había muerto o estaba perdido”, recuerda Zainab.
“Así que mi esposo decidió que nos fuéramos a Islamabad, donde un amigo le dijo que podría encontrar trabajo”.
Ghulam Mohammad, quien es del mismo poblado que Zainab, tomó una decisión similar y huyó. Estaba en su adolescencia cuando las hostilidades comenzaron y tuvo que dejar sus árboles albaricoque y su ganado en su pueblo, Hargosel.
Sus padres ya habían muerto y no tenía hermanos así que junto con otros familiares dejó el pueblo y terminó en Skardu que se había “llenado de gente que huía de la guerra”, recuerda.
“Algunas personas habían colocado tiendas de campaña en el desierto fuera del poblado. Otros ni siquiera tenían eso. Verlo era muy triste”.
Joven y solo, dejó el área y fue a trabajar a Karachi, una ciudad ubicada al otro lado del país.
Divisiones
Zaiban Bibi y Ghulam Mohammad venían de Kharmang, un valle en la región del Gilgit-Baltistán, que comparte una frontera con Kargil en el lado indio.
Una vez estuvo conectada con la región budista de Ladakh en lo que ahora es la parte de Cachemira administrada por India, pero quedó del lado pakistaní durante la participación de la India británica en 1947.
Sin embargo, el área fue considerada parte de la disputada Cachemira bajo una resolución de Naciones Unidas de 1948.
Las poderosas fuerzas armadas de Pakistán trataron en al menos dos ocasiones, en 1947 y 1965, de enviar a sus fuerzas a Cachemira para comenzar una rebelión contra el régimen indio.
En ambas ocasiones éste negó públicamente su participación directa. Indicó que los rebeldes de Cachemira estaban peleando contra las fuerzas de India.
La guerra de Kargil comenzó de forma similar.
Miles de la Infantería Ligera del Norte, reclutados exclusivamente en Gilgit-Baltistán y acostumbrados a las batallas de altitud, fueron enviados durante el invierno para ocupar puestos militares que los indios solían dejar vacantes en los meses de nieve.
Establecieron posiciones en altitudes de entre cinco mil y cinco mil 550 metros sobre el nivel del mar.
En éstos podían vigilar la carretera de Srinagar-Leh, una importante ruta de abastecimiento de tropas estacionadas en el glaciar de Siachen, el campo de batalla más alto del mundo, que los indios ocuparon en 1984.
Cuando los indios detectaron la incursión a principios de mayo de 1999, Pakistán dijo que eran militantes de Cachemira combatiendo el régimen indio.
Los observadores afirman que el objetivo de Pakistán era cortar abastecimientos de India a Siachen, infligir fuertes pérdidas en las tropas indias y presionarlas para que negociaran un arreglo para la disputa de Cachemira bajo los términos de Pakistán.
Aseguran que tras la prueba nuclear de Pakistán del año anterior, sus generales esperaban que la respuesta india fuera tenue debido a la amenaza de una guerra nuclear.
Pero los indios respondieron duro, enviando artillería y aviación y, por lo tanto, lo convirtieron en el primer conflicto militar entre dos países desde la guerra de 1971 que vio el nacimiento de Bangladés.
Para mediados de junio, las posiciones paquistaníes en las colinas comenzaron a caer y surgieron llamados internacionales para que Pakistán se retirara.
Hay evidencias que sugieren la cúpula militar paquistaní tenía detalles ocultos de la operación de Kargil en el gobierno del entonces primer ministro, Nawaz Sharif.
El 4 de julio se vio obligado a anunciar un alto el fuego unilateral. Pero fue derrocado en un golpe militar dos meses más tarde.
Miles de desplazados
India había recuperado completamente las alturas de Kargil el 26 de julio, no sin perder más de 500 hombres en la guerra. Las estimaciones de bajas paquistaníes van desde 400 a cuatro mil.
En cuanto a aquellos que quedaron sin hogar por el conflicto, miles siguen hasta la actualidad desplazados en Pakistán a la espera de ayuda.
Alrededor de 20 mil personas del valle Kharmang tuvieron que abandonar sus aldeas. Y 20 años después esta población desplazada se ha duplicado, sin que haya podido regresar el 70%.
“Esto se debe principalmente a la ausencia de algún programa de recuperación dirigido por el gobierno o porque sus tierras han sido ocupadas por el ejército”, dice Wazir Farman, un abogado en Skardu y miembro de la Comisión de Derechos Humanos Independiente de Pakistán (CDHP).
Tres pueblos cercanos a la primera línea -Gangani, Brolmo y Badigam Bresel- quedaron totalmente destruidos después de los combates.
Bu-Ali Rizwani, un anciano de Brolmo que vive en una colonia de refugiados en Skardu, dice que esas localidades siguen siendo un área prohibida para los habitantes porque los militares han establecido barracas y bunkers.
Las protestas de los aldeanos en Skardu en 2003 y 2004 obligaron a la administración del distrito a establecer un equipo que incluye a militares para llevar a cabo un estudio de sus pérdidas.
En 2010, un paquete de compensación de 110 millones de rupias (alrededor de US$680 mil) fue presupuestado para los tres pueblos, pero el dinero no ha sido entregado.
“Tuvimos reuniones con el comandante de la fuerza del ejército en Skardu, con el jefe de gobierno en Gilgit, viajamos a Islamabad para discutir el tema con funcionarios de los ministerios de defensa y relaciones de Cachemira”, dice Rizwani.
“El ejército nos dijo que el gobierno pagaría. El ministerio dijo que el gobierno de Cachemira Gilgit-Baltistan pagaría. Se dijo que el ejército iba a pagar. Estuvimos tras el asunto hasta 2012, y luego nos dimos por vencidos“, explica.
En la región de Gultari, los militares han estado retrasando un pago de apenas unos US$12.000 a los residentes cuyas tierras fueron tomadas para construir un camino a sus puestos avanzados en 1999.
El retraso se ha dado a pesar del fallo judicial 2010 a favor de la los propietarios. Cuando fue contactado, un alto funcionario del gobierno de Gilgit-Baltistán dijo que era un asunto para que los militares respondan.
La BBC contactó al ejército paquistaní, el cual dijo que revisaría los detalles de los casos. No proporcionó una respuesta en el plazo para la publicación de este reportaje. Tampoco ofreció comentario sobre la afirmación de que la operación encubierta de los militares en Kargil fue ocultada al gobierno civil.
En el abandono
No es ninguna sorpresa encontrar que los habitantes del lugar, cuyas vidas cambiaron para siempre por la guerra de Kargil, sienten que han sido abandonados.
Algunas familias regresaron a Hargosel, pero Ghulam Mohammad no está entre ellos.
“No he tenido dinero para reparar mi casa que quedó dañada durante la guerra”, dice. “Además, la tierra se ha vuelto estéril y dado que no han regresado la mayoría de mis vecinos cercanos, no habrá peones disponibles para que cultivar”.
Además, la tierra cercana a Hargosel está llena de minas terrestres y bombas sin explotar, por lo que el pastoreo de los animales es un negocio arriesgado.
“Dos niños resultaron heridos el pasado año cuando pisaron una bomba”, dice Ghulam Mohammad.
El hombre se mudó de nuevo a Skardu, donde se casó en 2004. La BBC habló con él en Rawalpindi, donde recibía tratamiento médico.
Zainab Bibi tiene otras razones para no volver a su pueblo, a pesar de que sus padres y algunos de sus parientes han regresado.
Ella y su marido ahorraron suficiente para comprar una pequeña casa para los suyos en un barrio de Islamabad. Sus cuatro hijos están en la escuela ahí.
“Hemos tenido una vida dura, pero todo lo sucedido ha sido para bien y yo agradezco a Dios por eso”, dice.
No quiere volver.
“De niña en mi pueblo, pastoreé cabras y cuidé nuestros cultivos de cebada. A veces extraño Ganokh, pero mis hijos son de Islamabad y aquí es donde nos vamos a quedar”.