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Área 51: ¿dónde viven realmente los extraterrestres?

Casi dos millones de personas quieren cazar alienígenas en el Área 51 en septiembre. Pero, ¿qué dicen realmente los investigadores sobre la vida extraterrestre? ¿Y qué pasaría si entramos en contacto con ellos?

Para algunos es una broma, pero otros se lo toman en serio: 1,9 millones de personas se han anotado en Facebook para asaltar el campo de pruebas y entrenamiento militar estadounidense Área 51, en Nevada, el 20 de septiembre. El núcleo duro del grupo está firmemente convencido de que el Gobierno de Estados Unidos esconde objetos voladores no identificados (OVNI) o extraterrestres allí.

El misterio del origen de la vida

Mientras los teóricos de la conspiración se preparan para el viaje a Nevada y buscan rastros alienígenas en internet, los científicos piensan en la vida extraterrestre. “Me resultaría muy sorprendente que no exista vida extraterrestre”, dice por ejemplo el astrobiólogo Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad Técnica de Berlín. “Con los trillones de planetas y lunas que existen, sería extraño si fuésemos el único lugar donde hay vida”.

Schulze-Makuch busca la vida en la forma más simple: los microbios. Para ello, intenta encontrar las condiciones exactas bajo las cuales puede existir esa vida. Debe haber una atmósfera, dice, o una capa de hielo que proteja la vida en un planeta.

Además, se necesita una presión de aire relativamente estable, no demasiada radiación y temperaturas razonablemente favorables; aunque los microbios pueden sobrevivir incluso en las condiciones más adversas, como en el desierto de Atacama en Chile, o en aguas termales a más de cien grados.

Imprescindible es, también, algún líquido, que no tiene que ser agua, podría ser metanol o amoníaco, sustancias venenosas en la Tierra, que podrían ser vitales en otro planeta. Un error frecuente es partir de las condiciones que hacen posible la vida en la Tierra, aclara este astrobiólogo.

En busca de la segunda Tierra

Schulze-Makuch examina las condiciones de vida en nuestro sistema solar. Otros investigadores están buscando planetas similares a la Tierra en galaxias distantes. Ya se han descubierto poco más de 4.000 planetas fuera de nuestro sistema solar. Alrededor de 50 de ellos deberían tener una masa adecuada y una distancia favorable al sol en torno al que orbitan. Una cierta distancia hace posible temperaturas adecuadas para los seres vivos.

Un candidato que actualmente recibe mucha atención es Próxima B, en el sistema de Próxima Centauri. ESo se debe a que está relativamente “cerca” de la Tierra, dice Schulze-Makuch. Aunque, en este caso, ese “cerca” significa 4,3 años luz. Si en algún momento fuese posible volar al 10 por ciento de la velocidad de la luz, todavía se necesitarían 43 años para llegar allí.

En busca de señales extraterrestres

Si no se puede ir allí y echar un vistazo, se debe buscar extraterrestres de manera diferente. Pero si hay otras civilizaciones desarrolladas, tendrían que poder emitir señales de radio, pensaron los investigadores del Instituto SETI en California. Con enormes telescopios intentan registrar posibles ondas de radio provenientes del espacio. “Lo más trabajoso es filtrar todas las ondas de radio que provienen de la Tierra”, dice el director del proyecto, Andrew Siemion.

Científicamente, la vida extraterrestre aún no ha sido comprobada. Estadísticamente, es posible. Si la vida pudo surgir aquí en la Tierra, ¿por qué no en otro sitio?

“Pensábamos que la Tierra era el centro del sistema solar, que nuestro sistema solar era el centro de nuestra galaxia, que nuestra galaxia era el centro del universo. Todo esto resultó ser incorrecto”, expresa Siemion. “No somos tan únicos como pensamos”.

¿Qué pasa si encontramos a los extraterrestres? ¿O ellos a nosotros?

Andreas Anton, del Instituto de Áreas Fronterizas de Psicología y Salud Mental, en Friburgo, describe tres escenarios posibles. En el escenario de la señal, Siemion y sus colegas del Instituto SETI percibirían una señal extraterrestre. Si la señal estuviera “solo” a una distancia de hasta 30 años luz, un joven investigador podría enviar apenas un mensaje y obtener apenas una respuesta en su vida. Y aún tendría que conseguir descifrarla.

El segundo escenario es el escenario de artefactos. Es decir, encontraríamos un objeto en nuestro sistema solar hecho por otra civilización. Entonces tendríamos que preguntarnos quién, cómo y dónde debería investigarlo. Si lo llevamos a la Tierra, podría ser peligroso: podría ser un arma, por ejemplo.

El escenario más extremo es el escenario directo. En este caso, naves o sondas espaciales aterrizarían en la Tierra. Incluso si no estuvieran tripuladas, crearía una gran incertidumbre y probablemente hasta pánico masivo y caos político. Significaría que hay una civilización que es muy superior a nosotros, dice Anton.

“Es por eso que sería bueno pensar sistemáticamente cómo comportarse en esos casos”, explica Anton. Por ejemplo, cómo prevenir el pánico masivo y el caos político con reglas, y determinar quién contactaría a los extraterrestres en representación de la Humanidad.

Estos eventos son extremadamente improbables. Presuponen que no solo exista vida en otro planeta en forma de microbios, por ejemplo, sino en una forma más desarrollada, capaz de enviar señales, construir artefactos o viajar a nuestro planeta. Pero si ocurrieran, especialmente el último, tendría consecuencias de largo alcance. Es por eso que Anton quiere que un comité global de expertos elabore un plan de emergencia para un caso tan extremo.