El Comando Norte del Ejército indio indicó que los terroristas penetraron en la base “fuertemente armados” y atacaron una zona vulnerable de la instalación, donde mataron a 17 soldados.
El ataque se produjo mientras buena parte del personal militar se encontraba en sus tiendas y barracones, en los que se produjo un incendio.
El directo general de Operaciones Militares indio, teniente general Ranbir Singh, indicó que “entre 13 y 14 de las víctimas se debieron a que las tiendas y demás alojamientos se incendiaron”.
Singh indicó que de acuerdo con las primeras informaciones los cuatro asaltantes eran extranjeros y miembros del grupo terrorista Jaish-e-Mohammad (JeM).
Aseguró que en el lugar se han encontrado “algunos artículos con marcas paquistaníes” y afirmó que se contactó con las autoridades de ese país para expresar la “grave preocupación” de la India.
Mucho más contundente se mostró el ministro indio del Interior, Rajnath Singh, que no dudó en acusar a Pakistán de ser un estado terrorista y de estar detrás del atentado.
“Pakistán es un estado terrorista y debería ser identificado y aislado como tal”, manifestó Singh en la red social Twitter.
“Hay indicaciones concluyentes y definitivas de que los participantes en el ataque a Uri estaban altamente entrenados, fuertemente armados y especialmente equipados”, agregó.
Singh, que desde primera hora del día estuvo pendiente de la situación y suspendió un viaje que tenía previsto realizar a Rusia y Estados Unidos, manifestó su “decepción” con el “apoyo continuado y directo de Pakistán al terrorismo y a grupos terroristas”.
Rechaza acusaciones
El Ejército de Pakistán rechazó la acusación de la India tildándola de “infundada y prematura” y afirmó que el director general de operaciones militares paquistaní (DGMO) ha pedido a su contraparte que comparta “cualquier información susceptible de ser procesable legalmente”.
La oficina de información del Ejército (ISPR) señaló que desde Pakistán “no se permite ninguna infiltración” paquistaní“porque en los dos lados se mantiene la aplicación rigurosa de los acuerdos referidos al LoC y al resto de frontera común.
85 personas han muerto y más de 10 mil han resultado heridas en los últimos dos meses por violencia en Cachemira india.
Esta es la operación insurgente más dura contra una base militar india en Cachemira desde 2002, cuando tres insurgentes vestidos de uniforme militar bajaron de un autobús en un cuartel del Ejército indio en Kaluchar, y abrieron fuego indiscriminadamente con lo que causaron la muerte a más de 30 personas, la mayoría militares y sus familiares.
El primer ministro indio, Narendra Modi, aseguró hoy en la red social Twitter que los responsables del ataque a la base de Uri serán perseguidos y castigados.
“Condenamos firmemente el cobarde ataque en Uri. Le aseguro a la nación que quienes están detrás de este despreciable ataque no saldrán impunes”, indicó Modi.
En los últimos meses la relación entre la India y Pakistán ha ido empeorando paulatinamente, especialmente en las últimas semanas y después de que en la Cachemira india explotarán las protestas contra Nueva Delhi tras la muerte de un joven insurgente.
Como consecuencia de la violencia de estas protestas y la represión de la Policía en los últimos dos meses y medio al menos 85 personas han muerto y más de 10 mil han resultado heridas, cientos de ellas con lesiones oculares, incluyendo ceguera total, como consecuencia de perdigones para contener a los manifestantes.
La India ha acusado reiteradamente a Pakistán de apoyar el ” terrorismo transfronterizo” y de permitir y auspiciar el funcionamiento en su territorio de grupos terroristas que tienen como objetivo atacar objetivos indios y atizar las protestas entre la población cachemir.
Cachemira, uno de los territorios más militarizados del mundo, es objeto de litigio por Pakistán y la India, que han librado por este territorio dos guerras y numerosos conflictos bélicos menores.