A la noticia del deceso de Peres le siguió un aluvión de homenajes de todo el mundo, con los líderes presentándolo como un hombre de Estado comprometido con la paz.
Peres sufrió un grave derrame cerebral el 13 de septiembre y permanecía ingresado en un hospital desde entonces. Su hijo, Chemi, confirmó el deceso en la mañana del miércoles a los reporteros que esperaban a las puertas del centro. Durante la mayor parte de su estancia hospitalaria, Peres estuvo sedado y respiraba con ayuda de una máquina.
“El legado de nuestro padre ha sido siempre mirar al mañana. Somos privilegiados por formar parte de su familia, pero hoy sentimos que toda la nación de Israel y la comunidad global comparte esta enorme pérdida. Compartimos este dolor juntos” , dijo Chemi Peres.
Peres, será enterrado el viernes a las 11.00 hora local (08.00 GMT) en el Monte Herzl en Jerusalén, informó el miércoles el Ministerio israelí de Relaciones Exteriores.
El presidente estadounidense Barack Obama, sus homólogos francés y alemán, el príncipe Carlos de Inglaterra y otros varios dirigentes extranjeros asistirán al funeral del expresidente israelí y nobel de la Paz Shimon Peres en Jerusalén, informó el ministerio de Relaciones Exteriores israelí.
Forjado por las derrotas, se imponía una dura disciplina y aseguraba que el secreto de su longevidad era el ejercicio diario, una dieta muy frugal y un vaso o dos de un buen vino.
“Todo el mundo come tres veces por día. Si comes tres veces te llenas de grasa. Pero si uno lee tres veces por día, uno se convierte en un sabio, es mejor ser sabio que graso”, aconsejaba el líder en una entrevista concedida a la AFP en el 2012, precisando que solo dormía 4 o 5 horas.
Desde que dejó la presidencia, ya siendo nonagenario, conservó su vivacidad y siguió viajando por el mundo, como un orador requerido en muchos foros mundiales.
El halcón convertido en paloma
Desde que en el 2007 se convirtió en el noveno jefe del Estado de Israel, Peres utilizó esta función para promover la paz, al punto en que se convirtió casi en el único opositor al primer ministro de derecha Benjamín Netanyahu.
Pero esta figura histórica del Partido Laborista, movimiento que estuvo en los orígenes de la fundación de Israel, no siempre fue un hombre de paz.
Nacido en Polonia en 1923, llegó 11 años más tarde a Palestina. Simón Peres es el último representante de una generación de dirigentes que participaron activamente en la creación del Estado de Israel.
A su 80 cumpleaños asistieron personalidades como Bill Clinton y Mijaíl Gorbachov. El director Woody Allen le mandó un saludo “de un judío malo a uno bueno”.
Peres era considerado un halcón laborista. Cuando fue ministro de Defensa, en la década de 1970, apoyó la creación de las primeras colonias judías en Cisjordania ocupada.
Sin embargo, siendo primer ministro, la aviación israelí bombardeó la localidad libanesa de Caná, un ataque en el que murieron 106 civiles en 1996, que le valió una travesía del desierto.
El eterno perdedor
Sin embargo, Peres logró ser reconocido como paloma de la paz al impulsar los acuerdos de Oslo, sellados en 1993 con la Organización de Liberación de Palestina.
El primer ministro de la época, Isaac Rabin, su gran rival en el seno del laborismo, todavía era muy escéptico con respecto a la vía diplomática para llegar a la paz, en la actualidad muy degradada, un plan que proyectaba la creación de un Estado palestino, que pondría fin a decenas de años de conflicto.
Su papel activo en las conversaciones le valió en 1994 el premio Nobel de la Paz, que compartió con Rabin y Yasser Arafat.
Entró en política a los 25 años gracias al “viejo león” de la política israelí, David Ben Gurion, a quien conoció haciendo autostop.
Su carrera es una muestra de una tenacidad a toda prueba, que lo hizo reponerse de todos los reveses y acumular quizás el récord del político con más derrotas.
Israel le debe a Peres su robusta industria armamentística y de aeronaútica. También es considerado el “padre” del programa nuclear israelí. |
Vencido en las legislativas de 1977, 1981, 1984, 1988 y 1996, cultivó la imagen del “eterno perdedor” que se levantó después de cada fracaso.
Pasó por casi todas las carteras del gobierno: dos veces jefe de gobierno, ministro de Relaciones Exteriores, Defensa, Información, Transportes e Integración.
Israel le debe a Peres su robusta industria armamentística y de aeronaútica. También es considerado el “padre” del programa nuclear israelí.
“Shimon Peres fue un presidente importante gracias al estatuto especial que tenía en las capitales del mundo entero y a la dignidad que supo devolver a Israel tras el escándalo de Moshé Katsav”, su predecesor condenado y encarcelado por violación, recordaba con nostalgia el columnista Nahum Barnea.
Artífice de los acuerdos de Oslo
El 13 de septiembre de 1993, el líder palestino Yaser Arafat y el primer ministro israelí Yitzhak Rabin rubricaban con un apretón de manos en Washington el primer acuerdo de paz, del cual Shimon Peres, entonces ministro de Relaciones Exteriores, había sido uno de los principales artífices.
Por ese acuerdo, negociado en secreto en Noruega y apadrinado por el presidente estadounidense Bill Clinton, los tres dirigentes recibieron el año siguiente el premio Nobel de la Paz.
El acuerdo fue fruto de 14 encuentros secretos entre enero y agosto de 1993 en diferentes lugares de Noruega, según el ministro noruego de Relaciones Exteriores de la época, Johan Joergen Holst.
En agosto, según la prensa israelí, Peres se reunió en Estocolmo con Mahmud Abas, miembro del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) , una información que no obstante fue desmentida por Peres.
Los contactos secretos se multiplicaron en agosto hasta los acuerdos de Oslo, que establecían las grandes líneas de una autonomía palestina de cinco años en los territorios ocupados, empezando por la Franja de Gaza y la ciudad de Jericó, en Cisjordania ocupada por Israel.
El 13 de septiembre, tres mil invitados – entre ellos los expresidentes George Bush y Jimmy Carter, ocho exsecretarios de Estado, todo el Congreso, la Corte Suprema, ministros de Relaciones Exteriores de varios países y embajadores árabes – asistían a la firma del acuerdo de paz.
Frente a una solitaria bandera de Estados Unidos, – las de Israel y Palestina brillaron por su ausencia -, el acuerdo fue firmado en un escritorio ya “histórico” , el que utilizaron en marzo de 1979 el presidente Anuar al Sadat y el primer ministro Menahem Begin para firmar el Tratado de Paz entre Egipto e Israel.
Hacia las 11.00, Bill Clinton, mediador y maestro de ceremonias, rodeado de Arafat, Rabin, Peres, el ministro ruso de Exteriores Andre Kozyrev, Abas y el secretario de Estado Warren Christopher, pronuncia un breve discurso de bienvenida.
Peres y Abas pronuncian cada uno sendos discursos y a las 11H43 estampan su firma en el primer documento de paz entre israelíes y palestinos tras décadas de conflicto.
Inmediatamente Bill Clinton le estrecha la mano a Yitzhak Rabin, ubicado a su derecha, y a Yasser Arafat, situado a su izquierda.
Arafat prolonga su movimiento y tiende una mano dubitativa hacia el primer ministro israelí que, tras un instante de duda, extiende la suya.
En el medio, Clinton, sonriente, apoya una mano en la espalda de cada uno de los dos adversarios para acercarlos y acompañar el histórico apretón de manos.
En ese momento el público estalla en aplausos y festeja con besos y abrazos el acuerdo de paz.
El años siguiente, Arafat pone fin a 27 años de exilio y regresa a Cisjordania para instalar la Autoridad Palestina, gobierno autónomo llamado a conducir a la independencia.
Sin embargo, en noviembre de 1995, Rabin es asesinado por un extremista judío que quería, según declaró al ser juzgado, sabotear cualquier acuerdo de paz con los palestinos.
En la actualidad, 23 años después de la firma de los acuerdos de Oslo, los palestinos no recuperaron la independencia que esperaban y el objetivo de la paz está más lejos que nunca.