¿Quién puede hacer la evaluación? Las pruebas las practican los gastroenterólogos.
A continuación se incluye un panorama de las pruebas médicas para diagnosticar algún tipo de intolerancia.
Lactosa y fructosa
La tolerancia a la lactosa y la fructosa suele medirse con el test de respiración H2.
Esta prueba se llama también prueba de hidrógeno en el aliento y consiste en hacer tomar al paciente una solución con lactosa o fructosa. Finalmente, este debe soplar en determinados intervalos de tiempo en un aparato que mide la cantidad de hidrógeno en el aliento. Si no se metabolizan bien la lactosa o la fructosa, las bacterias producen hidrógeno en el intestino, entre otras cosas, que se presenta con mayor concentración en el aliento.
Celiaquía
Para diagnosticar la celiaquía o intolerancia al gluten —proteínas, que se encuentra en la semilla del trigo y de otras gramíneas—, se miden determinados anticuerpos y se toman pruebas de tejidos en el intestino delgado.
Los pacientes no deben renunciar a los productos con gluten antes de la prueba, ya que eso puede dar un resultado alterado.
Histamina
Hasta ahora, no hay una prueba de laboratorio estandarizada para la intolerancia a la histamina. No basta solo con un análisis de sangre. Detrás de la intolerancia a la histamina suele haber otra enfermedad. La intolerancia suele ser apenas un síntoma.
En general, se diagnostica haciendo beber al paciente una solución con histamina y después se le practican pruebas de sangre y orina.
Importante saber
Si las pruebas dan positivo, es imprescindible asesorarse con un médico especializado que indique qué se puede comer y qué no, o qué está permitido pero en pequeñas cantidades.
Si el test da negativo hay que tener en claro que las pruebas pueden arrojar resultados falsos. Por eso, es importante que los pacientes desarrollen su percepción y analicen qué cosas no toleran bien. Si no se observa una mejoría, se puede acudir con a un nutricionista para que haga un plan.
Llevar un diario sobre los síntomas que se perciben al comer puede ser de gran ayuda para el especialista. Simplemente hay que anotar qué se come todos los días y qué molestias se perciben después de cada ingesta.
Atención
La intolerancia a la lactosa puede desarrollarse a cualquier edad. En algunos casos puede desencadenarse por la enfermedad de Crohn; mientras que en otros, se desarrolla sin ninguna causa específica, explica la Clínica Mayo.
La intolerancia a la lactosa deriva de un problema con el carbohidrato lactosa, que es un tipo de azúcar presente en los productos lácteos. Cuando se comen o beben productos lácteos, las enzimas en el intestino delgado digieren la lactosa para que el cuerpo pueda producir energía.
A las personas con intolerancia a la lactosa les falta en el cuerpo una enzima conocida como lactosa. Cuando esas personas ingieren lácteos, el cuerpo no tiene manera de descomponer la lactosa. Eso conduce a la fermentación del azúcar en los intestinos y desencadena diarrea, náuseas, cólicos abdominales, hinchazón del estómago y gases.