EDITORIAL
Obra edil mal planificada
La Municipalidad de Guatemala se ha caracterizado por el discutible impulso de ejecutar obras viales que, como consecuencia de la mala planificación y secretividad, lejos de mejorar las condiciones de viabilidad las empeoran.
Muy pocos vecinos se atreven a señalar errores, aunque sean evidentes, de mucho de lo que se hace. Esa labor se va volviendo exclusiva de los medios de comunicación independientes, que reciben numerosas quejas de quienes viven el calvario causado por el denso tránsito, porque esos trabajos rápidamente se vuelven molestos y quedan como monumentos a la incapacidad para proveer soluciones.
Un claro ejemplo lo constituyen los dos más recientes proyectos viales de la administración de Álvaro Arzú, que lamentablemente no han llenado las expectativas de los capitalinos. Uno de ellos fue el viaducto construido en las cercanías del Campo de Marte. Mejoró en algo el paso de quienes de la zona 9 se dirigen a la zona 15, pero complicó aún más el tránsito para el resto de miles de usuarios de esas importantes arterias.
A ese bochorno se ha unido ahora el viaducto Santa Madre Teresa de Calcuta, en la zona 15, que tampoco logró aliviar las penurias de los residentes y de otros usuarios. La obra beneficia a un pequeño sector, pero afecta de manera perniciosa el tránsito de miles de otros automovilistas que ahora ven muy alargada la tediosa espera para incorporarse al tránsito.
No son los únicos proyectos, pues cuando se hace una revisión de muchos otros anteriores, pocos han cumplido la tarea de mejorar las condiciones del tráfico de zonas necesitadas desde hace mucho tiempo de soluciones mucho mejor planificadas para aliviar la fluidez vehicular.
Una de las situaciones igualmente penosas consiste en que en estas mal planificadas obras no solo se emplean recursos municipales, ya de por sí rodeados de neblina en cuanto a su manejo, sino que de manera forcivoluntaria algunos empresarios tienen que otorgar fondos que pudieron haber tenido mejor destino si las construcciones fueran el resultado de la decisión de solucionar los problemas de manera integral y no solo parcial, debido a que esto es, en pocas palabras, inútil.
La participación de dinero privado en la solución de problemas comunes es una buena idea, sin duda, y debe fomentarse. Pero por ello es conveniente que los financistas se involucren de alguna manera en el importante tema de que comisiones técnicas ajenas a la comuna participen en el diseño y sobre todo en el análisis si las propuestas municipales en realidad podrán cumplir con su cometido.
Las soluciones parciales no significan más que aumento de problemas para quienes no se benefician, lo que de hecho convierte en un fiasco lo construido con este equivocado criterio. La capital guatemalteca necesita urgentemente de una serie de obras que faciliten la movilización vehicular, tema cuya complejidad lo hace parte de especializaciones de urbanistas, para que ellos, con base en razones técnicas, propongan proyectos basados en criterios futuristas, en cuyo diseño esté desterrada la improvisación.