La política exterior de un país es diseñada principalmente para salvaguardar los intereses del Estado. Puede ser entendida como el conjunto de decisiones públicas adoptadas por un gobierno en función de sus intereses nacionales, tomando en cuenta a todas las partes interesadas del sistema internacional de un país, con el fin de definir sus relaciones interestatales e internacionales. El diseño de la política exterior moderna es cada vez más difícil, debido a la creciente interrelación de los Estados y la profundización de la globalización, contexto que conduce a una agenda internacional más compleja.
Anteriormente, la política exterior se centraba principalmente en el manejo de cuestiones relativas a la defensa y la seguridad nacional.
Sin embargo, en el mundo globalizado de hoy, la política exterior de un país se relaciona con número de temas cada vez mayor, tales como el comercio, las finanzas, el medioambiente, los aspectos culturales, los derechos laborales y la migración, entre otros. Todas estas cuestiones afectan de alguna manera la forma en que los países interactúan entre sí y definen cómo pueden hacer valer sus intereses nacionales a escala global.
La política exterior es instrumental para el alcance de los objetivos nacionales. Esto implica que deberá implementarse a través de los canales diplomáticos adecuados, ser flexible a la evolución y desarrollo del sistema internacional, para servir eficazmente a los intereses nacionales.
De igual forma, debe estar íntimamente ligada a la política interna, con el fin de generar un marco coherente en los ámbitos nacional e internacional.
La eficacia de la política exterior de un Estado requiere también un profundo conocimiento de las realidades nacional e internacional, pues esto permitirá desarrollar una visión clara del ámbito en el que un Estado se desenvuelve y las áreas en las que se busca tener un impacto.
Solamente así un Estado podrá sacar pleno provecho de las oportunidades y actuar ante los riesgos que se le presenten.
La política de comercio exterior constituye un importante elemento de la política exterior y consiste en el conjunto de principios, instrumentos y normas que utiliza un país para regular sus relaciones comerciales internacionales.
De forma general, los países diseñan y ponen en práctica medidas de política comercial con el objetivo fundamental de competir y participar eficientemente en el comercio mundial.
A través de ella, los Estados ordenan y coordinan los diferentes instrumentos a su alcance, para el establecimiento, ampliación y modificación de sus relaciones comerciales con los demás países. En ella se incluyen la política arancelaria, mecanismo por el que el Estado capta recursos a través de impuestos a las importaciones y el tratamiento de las medidas no arancelarias, entre otros. Constituye una herramienta esencial de planeación estratégica para la orientación de la economía. Algunos de sus objetivos más frecuentes son lograr el equilibrio, expansión y diversificación de las relaciones comerciales del país.
Cuando el gobierno de un país diseña su política comercial no puede hacerlo como un proceso independiente del resto de las acciones que emprende. Debe tomar en consideración los principios y objetivos de su política exterior. En este sentido, es importante señalar que la política comercial forma parte de la política económica de un país y por ende, no se trata solamente de una serie de elementos técnicos aislados. Asimismo, el diseño de la política se sustenta y está influenciado, de manera general, por determinadas consideraciones de carácter político, social y cultural.