La influencia evangélica no solo abre puertas a tendencias conservadoras sino que se refleja en la política, tal como se vio en el ‘No’ al acuerdo de paz en Colombia.
En América Latina, hogar de 625 millones de personas, el 69% se declara católico y el 19% protestante, según datos de 2014 del Centro de Investigaciones Pew.
Sin embargo, en el continente donde vive el 40% de los católicos del mundo, cada vez hay más cristianos de distintas denominaciones. “Uno de cada diez latinoamericanos fue criado en iglesias protestantes, pero cerca de uno de cada cinco se describe ahora como protestante”, señaló este organismo con sede en Washington.
Para Chesnut, los latinoamericanos se ven atraídos por este tipo de culto, que incluye cánticos, exorcismos y una relación más personal con Cristo. “Por más increíble que parezca, las iglesias evangélicas (70% son específicamente pentecostales) han podido ‘latinoamericanizarse’ mucho más en menos de 100 años que la católica en 500 años”, apuntó.
Su influencia se ve en la “arena política”, como ocurrió en Estados Unidos en los años 1980 y 1990.
“Se oponen al aborto, al matrimonio gay, la legalización de la marihuana y favorecen modelos tradicionalistas de la familia y de los papeles tradicionales de género”, explicó el experto.
Esta agenda, agregó, fue clave para que en Colombia optaran por el “No” en el plebiscito sobre el pacto entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas), que buscaba acabar 52 años de conflicto armado.
Decisión “exacerbada”
“La decisión de los cristianos para rechazar el acuerdo de paz con las FARC tenía que ver con la moral y fue exacerbada”, sostuvo Fernando Giraldo, profesor e investigador de la Universidad del Norte en Barranquilla.
Este politólogo advirtió que “no eran ciertos” muchos de los argumentos de los cristianos opositores al acuerdo, alcanzado tras casi cuatro años de negociaciones en Cuba.
Entre los temas que según el gobierno no estaban en el pacto, Giraldo mencionó la “ideología de género”, según la cual la identidad sexual es el fruto de una construcción cultural.
Según Chesnut, la oposición evangélica al acuerdo “se puede interpretar como un rechazo a la legalización del matrimonio gay en el país y del lenguaje de la ‘ideología de género'”.
“Estamos con la paz, pero no con los acuerdos”, dijo el pastor Édgar Castaño, presidente de la Confederación Evangélica de Colombia, que reúne a 266 organizaciones.
En Colombia, según Castaño, diez millones de los 48 millones de habitantes son evangélicos y seis millones pueden votar. “Calculamos que cerca de cuatro millones votaron y entre 1,5 y dos millones lo hicieron por el ‘No'”, afirmó.
Lo pactado con la guerrilla fue descartado por apenas 55 mil 600 votos, con una abstención histórica superior al 60%. Tras el revés electoral, Santos, un declarado católico, se reunió con líderes cristianos con miras a renegociar con la guerrilla.
“Amenaza al Estado laico”
Pero el peso del voto evangélico en el plebiscito en Colombia es solo la más reciente prueba de esta fuerza religiosa en Latinoamérica, donde sus adeptos superan el 30% de la población en Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Puerto Rico, según Pew.
En Brasil, el país con mayor población pentecostal del mundo (26%), incluso existe la “bancada evangélica” en el legislativo, con casi 80 miembros y clave en la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, según Chesnut. Expertos atribuyen el avance de estos grupos al retroceso de la izquierda.
En Argentina, donde el 9% de la población se declara evangelista, el presidente católico Mauricio Macri buscó captar a estos votantes y recibió el apoyo público del cantautor Ricardo Montaner, de gran popularidad en el país sudamericano y prédica evangélica.
El voto evangélico es codiciado especialmente por la centroizquierda en Chile. En su primer mandato, entre 2006 y 2010, Michelle Bachelet tuvo varios gestos en favor de esta población, que agrupa al 17% de los chilenos, entre ellos establecer el 31 de octubre como el “Día Nacional de las Iglesias Evangélicas”.
Una de las primeras muestras de la relevancia del voto evangélico en Latinoamérica fue con Alberto Fujimori en Perú, donde cerca de 10% se declara cristiano. En 1990, el exmandatario ganó las elecciones con el respaldo de estas iglesias, y hasta incluyó como segundo vicepresidente al pastor Carlos García.
“La conquista de espacios religiosos y políticos de parte de los evangélicos ha resultado en una ampliación a la libertad de culto (…) Sin embargo, las nuevas alianzas entre los evangélicos y los católicos conservadores podrían representar una amenaza al Estado laico en el futuro”, advirtió Chesnut.