Muj saltó a la fama cuando se unió al pelotón de ciclistas en la vuelta al país de 1994. Cuando se vinculó al ciclismo no sé reservó nada. “Hice realidad mis sueños, aunque me quedó pendiente uno, el cual no logré por diferentes circunstancias”, rememoró.
El originario del Caserío La Esperanza, Patzicía, Chimaltenango, rápidamente mostró su fuerza, especialmente en el ascenso. “En la montaña tenía potencia. Me siento orgulloso al afirmarlo, pero en el terreno plano sufría”, señaló. Tras ese año, sus amigos dejaron de llamarlo Muj para identificarlo como el Tractorcito, apelativo que le puso el narrador del ciclismo Marco Antonio Rodríguez, Macord (q.e.p.d.).
Aquel mediodía del 1 de noviembre de 1997, miles de guatemaltecos apasionados del ciclismo se dieron cita en el Anillo Periférico, con mayor número en Villa Linda, en donde ya es tradición el banderazo de llegada, para esperar el desenlace de la Vuelta con la largada 12, que empezó en Sololá y culminaría después de 136 kilómetros.
Toda la atención se centró en la figura del estadounidense John Leswyn, quien entró a la batalla como líder, con una ventaja de 2 minutos y 29 segundos. El Tractorcito, quien fue designado por su equipo para ganar la Vuelta, mostró su fortaleza en las largadas previas, pero los corredores costarricenses, con apoyo de dos ciclistas colombianos —Gregorio Ladino y Julio Rangel—, más los estadounidenses, alemanes y suizos —donde corrió el colombiano José Robles, campeón de la vuelta al país de 1993—, no se despegaron ni un centímetro de su rueda. Esa férrea marca lo limitó.
Protagonismo
Ante esa situación, su compañero del desaparecido equipo Windsor-Foremost, Hugo Lara Larita, tomó el protagonismo. De tal manera, que se vistió con el suéter de líder en la tercera etapa y con hidalguía y coraje, más el respaldo de sus compañeros —Édgar Villanueva, José Zeceña, fallecido el pasado 20 de septiembre, y Raúl la Mosca López—, Muj sostuvo el liderato hasta la undécima etapa, cuando se lo cedió a Leswyn, quien fue líder en la primera y segunda etapas.
Con todo a favor del estadounidense, los ases pedalearon desde el parque central de Sololá. Luis Rodolfo solamente tuvo un pensamiento, atacar con todo desde la salida. “Desde el principio ataqué. La primera montaña me favoreció, porque logré dejar al pelotón. Pasé solitario el premio de montaña en El Tablón”, rememoró Muj, quien se emociona cuando cuenta esa historia.
El epílogo de ese triunfo fue increíble. En cada pedalazo Muj puso toda su energía. De esa cuenta al pasar por Los Encuentros supo que era líder por 15 segundos, de diferencia.
Después de Tecpán Guatemala, Chimaltenango, los paisanos de Muj inundaron la carretera. “Fue algo espectacular. Las palabras se quedan cortas al ver a tanta gente que no dejaba de darme ánimo”, dijo con satisfacción.
Sin embargo, en su paso por Chimaltenango afrontó un bajón. Su ritmo mermó. Con dificultad llegó a Sumpango. Allí encontró un nuevo aire. Sus piernas olvidaron el cansancio y de nuevo empezó a mostrar su fortaleza. “Desde allí me volví a sentir con fuerza y animado. Cada pedalazo lo di como si fuera el último. Solamente tenía en mi mente llegar a la meta en el Anillo Periférico”, refirió.
“Pasar la meta y saber que era el campeón fue algo único. Es difícil de explicar todos los sentimientos que sentí. Lo que nos propusimos lo logramos. Fue gran premio a la constancia y sacrificio”, relató.
Con orgullo nos mostró el suéter de campeón, el cual tiene un lugar especial en su hogar. Sin embargo, el paso del tiempo ha dejado su huella. Cuando en ese 1997 se lo colocó, le quedó a la perfección. En eso influyó el peso ideal para un ciclista, 120 libras, lo cual es considerado efectivo para un escalador que mide 1.56 metros y tiene 27 años. Ahora, a los 48, sus medidas aumentaron. “El suéter se encogió”, dice con una amplia sonrisa.
El desenlace de esa vuelta fue brillante. Muj ganó la etapa, la única que logró en esa ocasión, pero llegó acompañada con el título de campeón. Paró el cronómetro en 3h.27m.36s. En la clasificación general, hizo 41h.15m.6s. Leswyn y Robles quedaron a 7m.30s. y 8m.20s, respectivamente.
La historia
Patrocinadores y el entrenador del equipo Windsor-Foremost empezaron a elaborar la historia con el posible triunfo de Luis Rodolfo en 1996. Ese año el esfuerzo económico, así como el de los ciclistas en los entrenamientos fue total.
Para hacer realidad ese objetivo, el Tractorcito estuvo más de dos meses en preparación en Colombia. La experiencia que logró en las exigentes carreras con los temidos escarabajos rindió frutos. La vuelta de ese año sería para el orgullo de Patzicía. Así fue escrito. Pero la realidad fue otra. Los colombianos, por medio de Graciano Fonseca, Ismael Sarmiento y Raúl Gómez, ocuparon los tres primeros lugares de la general. La espinita quedó clavada en el equipo nacional.
Al empezar 1997 se planificó la obra que llevaría la firma de campeón de Muj, quien fue nombrado el líder, junto a sus compañeros, además del entrenador Amílcar Quicibal, quien no disfrutó a plenitud el triunfo de Muj porque a 15 días de la Vuelta fue relevado y llegó al equipo el colombiano Jorge Pineda.
“No me reservé nada en el ciclismo porque quería hacer realidad mis anhelos. Uno fue que tenía que correr una Vuelta a Guatemala y ganarla. Quería pasar fugado frente a todos mis paisanos de Patzicía y ser campeón en el extranjero. Lo último no lo pude lograr. Fue una lástima”, señaló con tristeza.
“Tengo la satisfacción de haber estado junto a Nova —Edín Roberto (q. e. p. d.)—, quien me decía: ‘Vas bien, patojo. Seguí de esa manera; hacé caso y algún día ganará una Vuelta a Guatemala, y cuando yo ya no esté ocuparás mi lugar’. Esas palabras las tengo bien presentes, porque me las dijo un grande del ciclismo de Guatemala”, indicó.
Tristeza
La edición 56 de la Vuelta empieza hoy y eso le causa nostalgia a Luis Rodolfo, porque se visualiza en el pelotón, como lo hizo en las 11 ocasiones que participó.
Su historia como corredor activo llegó a su final después de haber participado en la Vuelta del 2004. “Fue mi peor Vuelta”, señaló. Sus rodillas le pasaron una ingrata factura.
“Las molestias empezaron en el 2001. Sentí un fuerte dolor en la rodilla izquierda. Terminé la carrera con inconvenientes. Los médicos me recomendaron que me retirara un año. Así lo hice y estuve inactivo en el 2003. En la Vuelta del 2004 el dolor de la rodilla fue intenso. Allí acabó mi vida como ciclista. Fue algo doloroso”, contó.
La experiencia que acumuló el Tractorcito como ciclista la transmitió durante dos años como entrenador de la Asociación de Chimaltenango en 2005 y 2006. En tres oportunidades celebró, aunque aclaró que de manera moderada, los triunfos de Luis Lucho Santizo, dos etapas en vueltas a Guatemala, y su hermano Mario Santizo, una línea en la Vuelta a Higuito, Costa Rica.
En la actualidad, Luis Rodolfo mantiene su rutina de madrugar; lo hace a las 3.30 horas porque a las 4, junto a su familia, vende desayunos, tortillas con longaniza o queso y café a los clientes que cada día aumentan.
“Como todos los guatemaltecos, deseo que un nacional gane la Vuelta. Ojalá que sea una realidad, porque ya es mucho tiempo que llevamos sin gritar el nombre de un guatemalteco como campeón”, confesó el gran Tractor Muj