LIBERAL SIN NEO
Una triste elección
Parece increíble que un sistema electoral tan complejo, arduo y democrático, de las bases hacia arriba, haya sido incapaz de producir algo mejor que la disyuntiva entre Hillary Clinton y Donald Trump. Claro que también están en la contienda Gary Johnson, del Partido Libertario, y Jill Stein, del Partido Verde, con escasos fondos, organización y nula probabilidad de ganar. Simpatizo con la visión y propuestas del libertario Johnson, pero no alcanza el 8% de la intención de voto.
Hillary Clinton proviene, en sus orígenes, de la izquierda radical estadounidense. Lleva más de tres décadas incrustada en la clase política, desde que su esposo, Bill, fue fiscal general, luego gobernador del estado de Arkansas y por dos períodos, presidente de los EE. UU. Hillary fue senadora por el estado de Nueva York, donde pasó sin dejar huella. Luego ocupó la Secretaría de Estado, durante el primer período de Barack Obama, lapso en el que ocurrió el ataque y tragedia en Benghazi, floreció ISIS y se agudizó la guerra en Siria, entre otras cosas.
Hillary representa la crema y nata de la clase política estadounidense. Campeona de los pobres, cobra un mínimo de US$250 mil por una charla; ella y su esposo Bill han acumulado una fortuna gestionando el favor y acceso político. Defensora de los derechos de la mujer, ha recibido millones de dólares en donaciones de países como Arabia Saudita o los Emiratos Árabes, donde las mujeres no pueden conducir un automóvil o salir solas a la calle. Ella no los critica. Hillary fustiga a los grandes capitales de Wall Street, pero es precisamente de ellos que ha recibido multimillonarios pagos por asesorías y donaciones para su campaña. La forma más segura de tener acceso a su despacho y favor durante su gestión como Secretaria de Estado era hacer millonarias donaciones a la Fundación Clinton. A mi juicio, Hillary es fundamentalmente corrupta y políticamente falsa, y ejercita el más descarado populismo clientelar. Los problemas éticos y errores de Hillary están ampliamente documentados, como el escándalo de los emails, pero los medios la adoran.
A Donald Trump, en cambio, la prensa lo detesta y ha logrado etiquetarlo como racista, anti-mujer, anti-discapacitados, anti-gay, anti-todo el mundo, payaso y peligroso. Trump no ayuda con sus exabruptos y su falta de experiencia política, pero no creo que sea tan siquiera alguna de esas cosas. China exporta libremente todo lo que quiera a Estados Unidos, pero no deja entrar ni el pollo Tyson. Trump grita que esto es injusto y la prensa lo etiqueta de ser anti-comercio y xenófobo. Es muy políticamente incorrecto, dice muchas verdades que nadie quiere reconocer.
Hillary ha dicho cosas tan deplorables como Trump, si no más, pero no han recibido cobertura. Es probable que los medios de comunicación, “imparciales”, definan esta elección; el 90% ha brindado apoyo decidido a favor de Hillary y en contra de Trump. Hillary será Obama corregida y aumentada. La economía no crecerá, pero sí aumentará la cantidad de personas que viven de las subvenciones del gobierno. La apuesta será por el gasto social y la “igualdad”, no por la producción, que fue lo que hizo próspero a ese país y a sus habitantes. La deuda pública, que se duplicó durante el período de Obama, continuará creciendo de manera exorbitante y peligrosa. Los EE. UU. continuarán debilitándose y no creo que eso sea bueno para el mundo. Ojalá ganara Johnson, pero sería más probable enderezarle los cuernos a un toro con los dientes.
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