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Letras de un Premio Nobel a la Virgen del Rosario

Uno de los tantos homenajes que desde diferentes sectores de la sociedad guatemalteca se ha hecho a la Virgen del Rosario, proclamada patrona de la República desde el siglo XIX, quedó plasmado en letras de oro por un Premio Nobel: Miguel Ángel Asturias.

El laureado escritor guatemalteco dedicó un poema a la Virgen, cargado de simbolismo y haciendo gala de su particular visión de la cultura maya fusionándolo con la devoción cuatro veces centenaria a la imagen. 

Asturias declamó el poema personalmente al medio día del viernes 31 de octubre de 1941 en la emisión del radioperiódico Diario del Aire, como homenaje al 50 aniversario de la festividad de Octubre en el Templo de Santo Domingo. Ese mismo día el poema fue publicado en el desaparecido periódico Nuestro Diario por deseo expreso del escritor.

Prensa Libre reprodujo en su edición del 1 de octubre de 1966 el texto íntegro del precioso poema el cual replicamos en este artículo e ilustrado con imágenes de la pasada procesión extraordinaria de la Virgen el sábado 29 de octubre. 

Loas a Santa María del Rosario

Por: Miguel Ángel Asturias

En las hojas del maíz, espadas que hablan maya,
mi canto, y en manos de tus Angeles,
la espada de la noche que es un so?lo lucero en el alba.

En las hojas del izote, pun?ales que hablan mame,
mi canto, y en tu corazo?n de Madre, los pun?ales del hijo,
nin?o que es un solo Dios en tus brazos.

¡Oh Celeste trabajo de cantarte en Octubre!

El oso colmenero de tu gracia y tus mieles
te alza a ver y se vuelve su sandalia de cera,
y las manchas de oro del jaguar dan querubes,

Y la bru?jula en gozos de agujas de pacaya
apunta hacia lo alto de Verapaz la huella
de nidos que dejaron tus frailes que eran nubes.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

En las hojas del maguey, espadas tlascaltecas,
mi canto, y en el resplandor del sol, las espadas canoras
con picos de cenzontle en tus maitines.

En las hojas de la can?a de azu?car, altas lanzas
mi canto, y en las varas de tu palio, las lenguas de los cirios
que te hablan del Espi?ritu Santo.
¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

Los pa?jaros me traen inocencia de ca?scara
para decir tu nombre como los navegantes
o los ciegos, tu nombre que «recrea y enamora».

El grito de la sangre al saltar de la boca abierta
en el pecho de tu hijo ya muerto
con la herida te nombra, al lanzazo te llama…

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

En las hojas de cocales y palmeras jade
mi canto, y en los arcos de oro de tu templo
tu presencia de flecha con la punta de fuego,

En los pinos, ri?os en ataque de serpiente,
mi canto, y en los pinos de humo de los cohetes
plumitas de paloma, mensajera ceniza…

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

En el cielo das a?ngeles, en la tierra das flores,
en el fuego das santos y en la piedra y el agua,
los sillares para la ciudad del fiel encuentro.

Bullicio constelado sangraban los corderos,
divino pan de trigo sin el que vive muerta
la carne en soledad de coleccio?n de sellos.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

¿Cua?ntas leguas de cielo te formaron el manto
con los gozos del agua que es metal de sereno,
la inocencia del aire y azulejos en vuelo?

Ser espuma una hora, ser alondra un minuto,
y llevarte en los hombros de marea en marea,
y llevarte en las alas de segundo en segundo.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

Humaniza tu rostro tu color de morena, entre nardo y aceite,
Mayordoma de plata con aretes dormidos de lucie?rnagas castas.
Pa?rpados quitasoles que por dentro son a?mbar
dan tierra a tus pupilas y rocieler de argento aurora a tus mejillas, Mayordoma de plata…

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!
Tu cabello de sombra en oscuros racimos parra
es de tus hombros bajo velo de luna
y corona que imanta cada vez ma?s estrellos.

¡Alabastro con ojos! ¡Azucena con manos!
¡Cristal por el que pasa la luz y queda intacto!
Fuiste madre, Sen?ora, sin dejar de ser Virgen.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!
Esposa del Espi?ritu, la leche de tus senos es campana del Angelus.
Cuidado se deshoja tu Nin?o de Azaleas, cuidado se despierta…

Cuidado se deshoja tu Nin?o de Azaleas,
el que bordo? de rosas a?ureas
la primavera nevada de tu liviana tu?nica de seda.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

En las hojas del bananal, banderas del mar
mi canto, y en las loas los mandobles tajantes
de espadones plateados entre el Diablo y el Angel.

En las hojas del llano, orejitas al viento,
mi canto, y en las coronitas de las guayabas agrias,
tu corona real en cuentas de rosario.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

Vi?spera de que salgas con la aurora, plenilunio de Arca?ngeles te vela,
Giradlos porque sigues a Dios, como el girasol al sol, por todas partes.
Vi?spera que salgas con la aurora, serafines de na?cares dormidos te velan.
Los rosales son relojes de rosas que sen?alan tu aurora.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

Castillo de la boca en que la puente lengua es levantada.
Fuera el mundo. Mi u?ltimo canto para ti? que oyes hablar cuando la lengua calla.

El alma ofrece su mudez desnuda. Oferta que modulan los pa?rpados sin ruido.
Y espejo de esa voz tu rostro que la copia como el agua.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

Cepo de oro en el trigal sufre la espiga
que despue?s sufrira? hasta la muerte
en pan ya convertida. Tambie?n la vid en negra uva

Saltara? de la carne hecha pedazos ya en sangre convertida,
porque en el dolor del pan y el vino se simboliza el triunfo cristiano de la vida.

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

Los mares del Levante, estampas de corceles crinados en las costas,
azules en los golfos relinchan cuando pasan galeras de cristianos.

Alla? vas, Capitana de invictos estandartes.
Despierto suen?a el Papa y te llama Victoria
Da?dnosla hoy Santa Mari?a de las Victorias…

¡Oh celeste trabajo de cantarte en Octubre!

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