Derecho a expresarnos
Inicio la columna de hoy con el comentario de un lector que nos escribe esto: Rina, este fin de semana tuve la oportunidad de leer un mensaje suyo publicado en Prensa Libre y, con todo respeto, sin el menor ánimo de entrar en contradicción ni ofender permítame comentar algo.
Claro, mi comunicante tiene todo el derecho de expresar su opinión a un comentario mío, que no por sencillo deja de ser cuestionable según su criterio.
Reconozco, que ni él ni yo somos dueños de la verdad, pero tenemos derecho a opinar. Todo empieza por un comentario que yo hice en mi última columna titulada: El fin de año se acerca, en la cual divagaba sobre el paso fugaz del tiempo y cómo nuestra vida se va como un pensamiento.
Al respecto, mi estimado lector comenta lo siguiente: Es una falsa creencia que todos degustamos en estas fechas el “delicioso fiambre”, pues miles de guatemaltecos estamos pasando una severa crisis económica.
No podemos cubrir ni las más mínimas necesidades, como comer los tres tiempos al día. Mucho menos adquirir medicinas que alivien los dolores propios de la vejez.
Espero que no se me diga que es por culpa nuestra, y porque no tuvimos la previsión de ahorrar a lo largo de nuestra vida, pues los sueldos que los empresarios pagan a los verdaderos creadores de la riqueza, apenas alcanza para reponer las fuerzas y la energía invertida en el proceso de producción.
Además, todos los guatemaltecos tenemos el mismo derecho a la vida, pero la realidad es que el Estado debería tener la preocupación para crear fuentes de trabajo, pero en lugar de crearlas invierta su tiempo y recursos en crear barreras y cuando salimos a poner nuestro “changarro” en cualquier esquina, los feroces policías nos tiran todo, y nuestros altos funcionarios, gubernamentales y privados, siempre hacen de las suyas con el dinero del pueblo.
Por eso, y por muchas razones más, es que en la mesa de la mayoría de los guatemaltecos no habrá fiambre este año. Con todo, yo la felicito por sus mensajes y no le reclamo a usted nada, pero le pido que, al escribir, también reflexione en todo esto que le comento. MSC
Por mi parte, entiendo la insatisfacción que siente usted y esta gran mayoría de guatemaltecos, por la desigualdad social y económica que existe en este país.
En este caso, en particular, comprendo que no es propiamente el hecho de no comer una tradicional comida; esto es solo una forma de protesta y un desahogo a las grandes necesidades y sufrimientos que sufre nuestro pueblo.
rina.montalvo@gmail.com