La perspectiva de un Donald Trump en la Casa Blanca permite apreciar el espacio que Michelle y Barack Obama tuvieron en Estados Unidos; cómo lo llenaron y lo dejarán ahora vacío.
A muchos les gusta criticar la política de Obama en Cercano Oriente por el uso de aviones no tripulados, su reforma sanitaria inacabada y sus carencias en la política migratoria. Pero pese a ello: “El hombre encarna simplemente lo cool“, escribía el diario israelí “Haaretz”, que como prueba de ello apuntaba por ejemplo a las listas de música escuchada por la pareja.
En esas listas Obama desveló sus gustos musicales en Spotify, marcados por la música negra y el jazz. Ni música clásica ni country.
Due to popular request, here are my vacation playlists: http://t.co/uer5sIl4Vk http://t.co/zHEekHvQBr What's your favorite summer song?
— President Obama (@POTUS44) August 14, 2015
A sus 55 años le gusta mucho el hip hop, y también Nina Simone o Aretha Franklin.
Desde la Casa Blanca se decía que todo estaba estudiado al detalle para enviar un mensaje incluso con esas listas musicales, siempre pensando en el legado que dejarían los Obama.
¿Se puede imaginar a Donald Trump charlando relajadamente en el carro de Jerry Seinfeld, como hizo Barack Obama? ¿Se imaginan a Hillary Clinton o a Melania Trump en el Carpool-karaoke como Michelle Obama? Con una desenvoltura increíble cruzó el jardín de la Casa Blanca junto a James Corden, cantando temas de Stevie Wonder y rapeando.
“Gane quien gane estas elecciones, creo firmemente que es la última vez que tendremos a una First Family como ésta” en la Casa Blanca, escribía una seguidora. Y otro: “Todo esto no hace a Michelle mejor o peor persona”. Pero “sencillamente tengo otra imagen de ella”.
Una imagen que alimenta en gran parte la enorme fuerza de atracción cultural que ejercen los Obama. El hecho de que el hombre más poderoso del mundo pueda citar al rapero Kendrick Lamar le ha valido comentarios como estos: “El presidente de Estados Unidos escucha música que tengo en mi iPod. La primera dama y yo tuvimos este año la misma canción como favorita. Probablemente no pueda decir algo así nunca más en mi vida”.
Y es que a Ronald Reagan le gustaba el country & western y a los Bush lo mismo.
“Dejando a todos los políticos de lado, los Obama tienen una comprensión profundamente arraigada de la cultura moderna estadounidense y de las cosas que nos divierten”, opinaba un seguidor en “Medium”.
Los Obama abrieron la Casa Blanca a raperos y a la música jazz, bailaron con el robot R2D2 de Star Wars ante la chimenea, celebraron Halloween con niños. Al presidente le gustan además series como Game of Thrones o Breaking Bad, y tampoco faltan las publicaciones regulares del programa de lectura estival.
“¿Cómo se es realmente cool? Siendo tú mismo. Durante ocho años hemos tenido una First Family que ha hecho exactamente eso”, señala un seguidor nostálgico. Las revistas escriben ya cómo se echará de menos las First Bumps de la pareja, como se conoce a ese saludo que consiste en un suave choque de puños.
Michelle dio incluso nombre a un libro ya en 2011, The White House Queen (La reina de la Casa Blanca), que publicaba una serie de fotos con sus mejores galas: le gustaba vestir de Azzedine Alaia y Gaultier al igual que diseñadores estadounidenses, a Jason Wu o Narciso Rodriguez.
El Huffington Post consideraba que la “fascinante” Michelle estaba simplemente hecha para ese papel. En las fiestas en Washington, como en la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca, faltará ahora el brillo y los discursos de Michelle.
Ese bíceps musculoso, su forma física. Los sprints con Bo, el perro de agua portugués, por la Casa Blanca. Un presidente bailando por aquí, cantando por allá, pero con mal aliento por las mañanas, si se cree a su mujer.
La misma First Family que sale del helicóptero Marine One con gafas de sol, rodeando con los brazos a las Sasha y Malia, como muestran la icónicas fotos del fotoperiodista Pete Souza.
Todo ello resulta en una imagen humana, cercana, palpable incluso, aunque esa accesibilidad y cercanía esté cuidadosamente estudiada y orquestada por la máquina de poder de la Casa Blanca haciendo uso de las redes sociales.
El presidente también ha acudido como invitado el presidente a muchos talk shows, dejándose incluso tomar el pelo por Zach Galifianakis, a quien respondió con ironía y estilo. Aunque su relación con los medios no ha sido siempre tan brillante.
Pese a todo, los Obama intentaron que sus hijas vivieran dentro de la mayor normalidad posible dentro de su condición, algo muy complejo cuando se gobierna Estados Unidos. Se sabe que papá Obama intenta cenar a las 18:30 con su familia, siempre que su agenda se lo permite.
Tras el 20 de enero de 2017 la familia más famosa del mundo seguirá viviendo en Washington, en el barrio de Kalorama, hasta que Sasha termine el instituto en 2018. Para muchos ha sido una alegría ser testigos de cómo el estilo y el buen gusto pudieron marcar una presidencia en Estados Unidos.