La estructura criminal ofrecía a sus víctimas, por medio de mensajes de texto, un picop o Q50 mil, cuando en realidad las estafaba y luego extorsionaba, al punto de amenazar de muerte a quienes se negaban a entregar el dinero.
Las pesquisas concluyen en que, producto de estos actos ilícitos, la banda acumuló grandes cantidades de dinero y compró varios mototaxis que circulan en algunas regiones del país.
Adquirir estos automotores era una forma de lavar el dinero que obtenían a través de las estafas y extorsiones.
Desde la cárcel
El grupo delictivo era dirigido por seis reos que ya fueron condenados y se encuentran en la cárcel de Puerto Barrios, Izabal.
Edwin Orlando Álvarez Martínez, alias el Abuelo; Lucas Can Sacal, alias el Payaso; Moisés de Jesús Chacón López, alias Estrellas; José Luis López Benavente, alias el Puma; Byron Javier Muñoz, alias el Nica; y Carlos Pérez Pirir, alias el Shaca, son los reos señalados, y se encuentran detenidos por robo, hurto, estafa y extorsión.
El cabecilla de esta organización es Muñoz, quien formó parte de la banda de Rigoberto Morales Barrientos, alias Rigorrico, quien está en prisión por haber dirigido una red de secuestradores.
Según las pesquisas, Muñoz se separó del grupo de Rigorrico para formar su propia banda. Además, estuvo recluido en la granja de Rehabilitación de Cantel, Quetzaltenango, y pidió su traslado a Puerto Barrios, a fin de operar con mayor libertad.
Trascendió que Muñoz pidió su traslado a la prisión de Cantel, pero hasta ayer por la tarde el MP y las fuerzas de seguridad efectuaban una requisa en la prisión de Puerto Barrios, en busca de más pruebas, y se desconocía si llevarían a los sindicados a Quetzaltenango.
Los capturados
En el operativo de ayer se hicieron 10 allanamientos, por medio de los cuales fueron capturadas nueve personas, sindicadas de integrar la red, en San Juan Alotenango, Sacatepéquez. Estas fueron identificadas como Abraham Suar Chuy, de 24 años; Aura Lucía Charal Baran, 19; y Yaneth Mirtala Reyes Romero, 32.
A ellos se les sindica de haber cobrado el dinero y se les imputan los delitos de asociación ilícita, conspiración y caso especial de estafa.
Los investigadores descubrieron a la banda, gracias a la denuncia presentada por un hombre a quien identifican como Don Gabriel, para proteger su identidad, y su esposa.
Las autoridades explicaron que esta persona llegó a depositarle a esa red hasta Q800 mil.
La Policía descubrió cómo operaba la red, por medio de los análisis de voz a las llamadas que efectuaban y el seguimiento a las personas encargadas de hacer las transacciones bancarias.
Las pesquisas comenzaron luego de la denuncia presentada por Don Gabriel, originario del occidente del país, quien hizo los depósitos en varias cuentas bancarias.
Los titulares de las cuentas recibieron el 10 por ciento, y el dinero en efectivo lo llevaban posteriormente a los seis reos, según la investigación.
Los detectives explicaron que la víctima le creyó a la banda toda una historia sobre un picop que había ganado, y aunque depositaba el dinero que le pedían, el premio nunca llegó.
Al contrario, le exigían más y más, y fue cuando le contó a una persona sobre el supuesto premio y esta le aconsejó presentar la denuncia.
Los delincuentes, incluso, le ofrecieron visas para Estados Unidos, y Don Gabriel se gastó sus ahorros, vendió sus terrenos e hizo préstamos para conseguirlas.
La Policía encontró recibos de depósitos de Q20 mil, Q40 mil, Q60 mil, Q70 mil y Q100 mil que hizo la víctima.
Se supo que la banda estudiaba a sus víctimas, y si consideraba que había logrado engañarlas, seguía con el timo del picop.
Si los potenciales estafados se portaban agresivos, ponían en marcha lo que denominaban plan B, que era la extorsión.
Con la información obtenida, la banda amenazaba de muerte a las personas a quienes llamaba. Luego les daba un número de cuenta bancaria para que depositaran alguna cantidad de dinero.
Los investigadores descubrieron que a los pocos minutos de que el dinero era depositado, retiraban hasta el último centavo.
En el MP se confirmó que la estructura enviaba mensajes de texto a determinadas personas en los cuales les indicaba que habían sido acreedoras a un picop o Q50 mil.
También le explicaban al supuesto favorecido que, para obtener el premio, debía depositar en determinada cuenta bancaria el dinero, y si no accedía procedían a extorsionarlo.
Don Gabriel y su esposa le contaron a la Policía que, ante las amenazas de muerte, tuvieron que utilizar sus ahorros, hacer préstamos bancarios y hasta vender sus propiedades para pagar Q800 mil.
Según las pesquisas, hasta ahora se ha determinado que cinco personas fueron víctimas del grupo delictivo, aunque no se descarta que haya más.
En una de las llamadas se escucha cuando un hombre le dicta a una mujer el número de cuenta bancaria para que deposite el dinero, y esta le responde que después de almuerzo lo llamará para darle el número de la boleta.
Banda de Rigorrico
Morales Barrientos y 12 personas más deben enfrentar otro proceso penal, este por extorsión a escala nacional e internacional.
Según el MP, él es cabecilla de una banda que extorsionaba a transportistas, comerciantes y particulares.
De acuerdo con las pesquisas, existen pruebas de depósitos hechos por personas que fueron extorsionadas en Argentina y Perú, y también de los retiros efectuados.
La red podría estar integrada por 142 personas, contra quienes se giraron órdenes de captura.
Entre las pruebas que posee el MP se encuentran escuchas telefónicas y documentación de giros que fueron cambiados en un banco del sistema.
Por ese caso fueron detenidas Jenny López Mayén y Carmen Mayén Duarte, conviviente y suegra de Rigorrico.
Según la investigación, cada miembro de esta red tenía funciones específicas. Unos vigilaban, otros extorsionaban vía telefónica, y otros eran encargados de recibir el dinero y cambiarlo en un banco.
Morales Barrientos dirigió la banda de secuestradores Agosto Negro, una de las más temidas en la historia reciente del país. Actualmente cumple una condena de 50 años por ese delito.