Parecías metido en conservas, chico, encurtido. Te habían matado varias veces los diarios y los rumores levantados por tus enemigos. Te mataron como 70 veces en 70 años. Trató de envenenarte la CIA, esa corte mundial que decide quién vive y hasta cuándo; ese burdel que todavía tiene espías en el planeta.

Quienes han venido de la isla hacia este país huyendo de aquella pobreza en la que decían que los habías metido, vienen a contarnos cómo los hundiste; pero apenas una semana de estar aquí, descubrían que la pobreza ni la conocían. Según ellos, en Cuba vivían en desgracia, con hambre, sin libertad, pero a este país vinieron a conocer la verdadera desgracia, los extremos de la inseguridad, la miseria, la ausencia de libertad y el hambre, además de la traición.

Quienes te odian, celebran tu muerte. Algunos chapines, como si fueran cubanos en el exilio, están felices. No hay problema. Cada cual celebre su fiesta. No será extraño que algunos emocionados salgan a decir que con tu muerte Guatemala será mejor. No carcajees, chico, en serio, acá suelen decir esas cosas. Es que hemos recibido daños muy severos.

De los elogios que te lanzaron en vida, el que más me gusta es ese del Gabo cuando dijo: “Fidel es una fuerza de la Naturaleza”. Qué puntería. No te vamos a canonizar ni vamos a exagerar tus virtudes. No se trata de darte un baño para luego bebernos el agua, porque eso de santificar a la gente es despreciarla. Además, tu lado oscuro habrás tenido, porque blanco y puro solo Dios, dicen quienes lo han visto.

Me alegra mucho que hayas muerto. A veces morir es bueno, así como tú, que te fuiste natural, a descansar, con legado. Yo respeto a quienes han migrado porque ya no podían vivir en Cuba, pero son más los que no pueden vivir en Guatemala y se van a la capital del racismo, Estados Unidos. Van y sufren el síndrome de Ulises hasta la muerte. También lamento que muchos piensen que vivimos mejor que en Cuba, cuando aquí te matan por un teléfono. Aquí no podemos salir a las calles con tranquilidad, no tenemos esos logros en salud que ustedes alcanzaron gracias a la revolución. Solo tenemos centros comerciales enormes, ofertas y esas cosas, aunque no tengamos dinero, ni intelectuales cultos, ni comida, ni logros científicos, nada. Esto está pero terrible.

Déjame contarte una cosa que vi hace una semana. Caminaba yo por el Arco de Correos, un lugar muy bonito de nuestro Centro Histórico —lástima que no lo conociste— cuando vi a un anciano sentado en la acera. Era mediodía. Hora de comer. En sus manos tenía una bolsa plástica transparente con pellejos de pollo crudo. Se le notaba lo crudo por el color y el charquito de sangre formado al fondo de la bolsita. Cogió aquellos pellejos y uno a uno se los fue tragando. De otra bolsa bebía agua. No lo vas a creer: en Guatemala, para la mayoría comer es un lujo. Una vez, murieron cuatro niños por comer cosas de la basura. Igualito que en Cuba ¿verdad? El otro día vi a una señora que estaba muy contenta con sus hijos, haciéndose fotos junto a la fuente de un centro comercial, en eso, se le acercó un guardia de los que andan por ahí, con saco y corbata, y le dijo que allí era prohibido tomar fotos. Para que veas, digo esto y a la mayoría ni le importa, es normal, insignificante; mira cómo anda nuestra civilidad. Dicen que en tu Cuba hay desigualdad y pobreza, que no vamos a seguir tu ejemplo. Dicen que con tu muerte nace la libertad. O sea que alcanzaremos un pedacito. Pero, bueno, ya me extendí, buen viaje. Por cierto, si ves a Gabo dile que su último libro fue una porquería imperdonable.

@juanlemus9