Ana Ruth Mérida, defensora de personas con discapacidad de la Procuradoría de los Derechos Humanos, aseguró que no se tiene un dato exacto de cuántos son niños y cuántos adultos con capacidades especiales hay en el país.
Uno de ellos es Marcos Camajá, de Chimaltenago, quien desde hace más de 20 años quedó parapléjico. Comentó que a pesar de ser víctima de discriminación, prejuicios y estereotipos, muchas personas que, como él, sufren discapacidad, se han convertido en ejemplo de superación, pues han logrado incorporarse a la sociedad.
Para José Cedillo, encargado de la Oficina Municipal de Discapacidad en Nebaj, Quiché, es necesario que las autoridades fortalezcan el apoyo y velen por el cumplimiento de los derechos de ese sector de la población, considerado como uno de los más vulnerables.
Lucha por desarrollo integral
Ser de baja estatura y tener solo una pierna no ha sido obstáculo para que Catalina García, de 57 años, se desarrolle y luche por salir adelante.
Doña Cata, como le llaman sus familiares y vecinos, elabora veladoras, jabón, bolsas tejidas y piñatas, los cuales vende en Puerto Barrios, Izabal, donde desde hace varios años vive con su único hermano.
“Gracias a la Asociación de Discapacitados con Retos Especiales de Izabal aprendí a elaborar diferentes productos que posteriormente vendo para mi sostenimiento diario. Le doy gracias a Dios porque tengo mis manos y puedo valerme por mí misma, sin necesidad de pedir dinero”, expresó.
Además de trabajar, doña Cata asiste a clases de alfabetización, pues asegura que con aprender a leer y escribir tendrá más oportunidades para mejorar su calidad de vida.
“Estoy dispuesta a seguir adelante y a apoyar a las personas que lo necesitan, especialmente las que padecen alguna discapacidad”, comentó García, quien agregó que uno de sus sueños es ser maestra.
“La discapacidad no es obstáculo”
Édgar Ariel Gómez, de 56 años, es un ejemplo de lucha y superación, pues pese a ser parapléjico, fundó hace 22 años el Ministerio Cristiano Bethel, en la cabecera de Chimaltenango, y un taller de reparación de sillas de ruedas provientes de EE. UU. y Canadá, las cuales son donadas a personas con capacidades especiales.
Gómez recuerda que hace 36 años sufrió un accidente laboral en el cual perdió la movilidad en sus piernas.
“Pasé casi 10 años lamentando lo que me había sucedido. Sufrí depresión y baja autoestima, pero gracias a Dios y a mi familia pude superarlo y salir adelante”, expresó.
Comentó que en el taller trabajan seis personas minusválidas, quienes cada día se esfuerzan por reparar las sillas de ruedas que son donadas a las personas que viven en las mismas condiciones que ellos.
Resaltó que cada año apoyan a más de dos mil personas con capacidades diferentes de varios departamentos, con la entrega de sillas de ruedas.
“La discapacidad no es un obstáculo para lograr lo que uno se propone en la vida”, resaltó Gómez.
Sin prejuicios ni estereotipos
A pesar de utilizar silla de ruedas para movilizarse, Claudia Tzin Cordón, encargada de la Oficina Municipal de Discapacidad (OMD) de Poptún, Petén, aseguró que no existen barreras para alcanzar las metas.
Tzin Cordón contó que en el 2007 sufrió una lesión medular causada por una bala perdida. Eso la dejó sin movimiento en las piernas; sin embargo, encontró fortaleza para luchar y seguir adelante junto a sus dos hijos, con quienes vive en el área urbana de Poptún.
Aceptó hacerse cargo de la OMD porque su pasión siempre ha sido trabajar en favor de los derechos de ese sector de la población, añadió.
“Luchamos para combatir los prejuicios y estereotipos que sufren las personas con capacidades especiales y les brindamos apoyo moral”, expresó Tzin.
Comentó que hace un año formó un equipo de baloncesto llamado Los Guerreros de Petén, con el fin de enviar un mensaje a la población, que existen dificultades pero no límites para alcanzar las metas.
“Estoy orgullosa de tener la oportunidad de compartir y apoyar a los jóvenes que luchan por integrarse a la sociedad”, agregó.
Sueños de superación
Cada día es un reto para Francisco Alejandro Alesio Velásquez, de 17 años, pues el joven es sordo de nacimiento y tampoco puede hablar. El lenguaje de señas es su manera de comunicarse con otras personas, pero no todos lo comprenden.
El sueño de Francisco es llegar a ser maestro y panadero, y así llegar a demonstrar que Dios crea a las personas de forma perfecta, aunque tengan alguna discapacidad.
El 2017 representa un reto para el joven, ya que recientemente terminó el sexto grado y ahora cursará primero básico, en el Instituto Experimental Gabriel Arriola Porres, que recibe a personas con discapacidad.
La natación y la panadería son las pasiones de Francisco, quien sueña con ser maestro y trabajar en repostería.
Por medio de su maestra explicó, con señas, que recuerda que su madre le ha relatado que es sordo de nacimiento y que cuando era pequeño empezó a asistir a una escuela, pero no podía comprender bien.
“Es difícil estudiar o trabajar cuando uno no escucha, porque la mayoría de personas piensan que no podemos hacerlo, pero es importante que se cambien esos pensamientos y se crea en las personas. Estamos dispuestos a luchar por conseguir nuestros sueños”, dijo Alesio por medio de señas.
En el salón de clases, junto a sus 6 compañeros y la maestra, el joven está decidido a vencer los obstáculos. Su motivación es demostrar que se tiene una creencia equivocada de las personas sordas.
Alesio también ha destacado en natación, y ha competido en cien y 400 metros, en estilo libre, su favorito. El joven asegura que nadar lo inspira a seguir adelante.
Madre ejemplar
Felisa Pérez Tajiboy, de 37 años, perdió la visión total de sus ojos hace unos 10 años, debido a un derrame cuando trabajaba como conserje de una escuela de San Felipe, Retalhuleu. Su condición no ha sido impedimento para luchar por sacar adelante a sus tres hijos.
Pérez es madre soltera, el mayor de sus hijos tiene 18 años, y los otros dos son menores, a quienes ha criado con esfuerzo mediante su trabajo en la biblioteca municipal.
“Hace 10 años que perdí la las dos retinas, debido a un derrame. También había perdido la audición, pero a través del tiempo volví a escuchar”, explicó Tajiboy.
“Tuve una discusión muy fuerte con unas compañeras de trabajo y estuvimos a punto de llegar a los golpes. Dos días después iba en la calle y de repente dejé de ver y me dio un dolor fuerte de cabeza”, añadió la fémina.
“Fue muy difícil, ya no quería seguir viviendo, pero habían muchas personas que me daban consejos y me decían que luchara por mis hijos. Volví a mi trabajo, pero ahora en la biblioteca, donde limpio los libros y atiendo a niños y jóvenes”, expresó Tajiboy.
Con información de J. Rosales, D. Stewart, M. Longo, R. Escobar, J. Tizol, O. Figueroa.