El historiador Celso Lara, explica que Santa Claus surge en los países nórdicos. Al extenderse el cristianismo a esos países, la imagen de San Nicolás se fusionó con la figura de un gnomo o duende rojo que durante la noche en que se celebraba el nacimiento del sol, repartía comida.
Como dicha práctica se mantenía a pesar de la nueva fe, la Iglesia decidió aprovechar esa fecha para celebrar el nacimiento de Jesús, aunque los fieles mantuvieron al duende rojo.
Llega a Guatemala
Santa Claus llegó a Guatemala con el capitalismo, entre 1900 y 1907, en particular cuando arribaron las transnacionales de la electricidad, los ferrocarriles y las bananeras, continúa Lara.
La costumbre se amplió en los años 40, cuando se instaló en el aeropuerto La Aurora una base militar de EEUU, durante la Segunda Guerra Mundial.
Lara destaca que es en los clubes Americano y Guatemala donde apareció por primera vez Santa Claus repartiendo regalos a los niños, allá por 1940-45.
Este personaje no tiene nada que ver con el espíritu de la Navidad, dice Lara, opinión que comparten los devotos de San Nicolás, quienes saben que éste obsequia mucho más que simples regalos.
Muy venerado
Los días lunes se venera su imagen en varias iglesias de la capital, como La Merced. Los devotos le piden que interceda ante Dios para obtener un gran favor: la salud de un niño enfermo, un buen parto, un buen matrimonio o simplemente por la paz en el seno familiar.
“Me ha concedido la salud de mis hijos y muchos otros favores cuando más lo he necesitado”, comenta Luis Aquino, quien asegura que no se necesita tener mucha fe para que el venerado santo acuda en su ayuda.
La imagen de San Nicolás, de notable antigüedad, está en un ancho nicho incrustado casi en la entrada de La Merced. En cada uno de sus lados tiene dos escaparates con una treintena de plaquitas metálicas en las que están grabados los agradecimientos de sus devotos.
El padre Benigno Achaerandio, señala que el santo es especialista en proteger niños por nacer, en matrimonios jóvenes, en casos de peligro por incendio o cualquier desventura.
“Vengo todos los lunes a pedir por mis hijos. Me ha hecho favores cuando creía que todo era imposible”, dice Isabel de Contreras, devota del santo.
Una vida de milagros
San Nicolás de Bari nació en el año 280, en Patara de Licia, en la actual Turquía, en el seno de una familia adinerada. Al heredar la fortuna de sus padres, la distribuyó entre los pobres.
Cuando fue nombrado obispo de Mira, Turquía, una mujer le llevó a su pequeño hijo que había muerto quemado, y el clérigo le devolvió la vida.
También resucitó a tres jóvenes que un asesino mató para dar de comer a los clientes de un mesón.
Nicolás murió el 6 de diciembre del año 345. Tiempo después, los mahometanos invadieron Turquía, entonces un grupo de fieles logró sacar en secreto los restos del santo y llevarlos a Bari, Italia; de ahí su nombre.
Su veneración se extendió a toda Europa, y fue en los países germánicos donde se empezó a usar el nombre de Santa Claus, que es la contracción de Sanctus Nicolaus.
Para entonces, la leyenda decía que el obispo cabalgaba en un mágico corcel gris sobre los tejados, para llevar regalos a los niños y a los hombres de buen corazón durante la Navidad.