VENTANA

Crimen atroz

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Al chapín le duele más que Guatemala no asista a un mundial de futbol que los asesinatos cometidos por gente desalmada, especialmente de hombres contra niñas indefensas y jóvenes mujeres en todos los rincones del país. “¡Da horror que nos hayamos convertido en una sociedad tan insensible, que acepta con descarada indiferencia los hallazgos macabros cotidianos!”, exclamó el Clarinero. Esa apatía es un ejemplo grave para las jóvenes generaciones que seguramente se sentirán más desprotegidas por la nula reacción de los adultos frente a la barbarie. ¿Exagero?

Carolina Escobar Sarti, en su columna titulada: Esto sí debería movilizar un país, comentó el 1 de diciembre, en Prensa Libre, el atroz crimen contra la niña de apenas 8 años Sandra Johana Pérez López, en la recóndita aldea de Cerro Pelón, Zacapa, en noviembre pasado. El homicidio brutal ocurrió luego de que la madre y el padrastro de Sandra Johana salieron muy temprano de la casa, rumbo a la cabecera departamental. La niña se quedó sola con sus hermanos pequeños. Esa mañana la niña fue violada, golpeada y estrangulada. Los asesinos se cree que fueron varios individuos. Para acallar sus gritos le introdujeron una playera en la garganta. El cuerpo de Sandra Johana fue encontrado desnudo y con un lazo en el cuello.

El hermanastro de Sandra Johana, Víctor Hugo Herrera Herrera, de 18 años de edad, fue detenido. El MP lo acusa como el responsable del crimen. ¿Qué reacción hubo de nuestra sociedad frente a tremenda tragedia? “Apenas un par de noticias breves en los medios nacionales”, se lamenta Carolina. Me pregunto, ¿se le brindará atención psicológica a los hermanitos? ¿Se evaluarán al padrastro y a la madre con el fin de establecer si en ese hogar existe violencia intrafamiliar? ¿Se juzgará a los violadores y asesinos con toda la contundencia que merece este crimen o se les aprehenderá y al poco tiempo se les dejará libres para que reincidan violando y matando? Es preciso romper el círculo vicioso de la violencia y abuso tan común en las familias guatemaltecas. Un botón de muestra: solo en el año 2015, el Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva denunció 70 mil violaciones y embarazos en niñas de entre los 10 y 17 años. El 90 por ciento de las violaciones fueron cometidas por familiares cercanos. Atender a las familias es el primer paso. Como sociedad civil debemos exigir un Estado que prioriza la vida de nuestra niñez y juventud, que le garantiza, además de salud, educación, nutrición y seguridad.

Ya es hora de que en Guatemala se considere la castración química como castigo para los delincuentes sexuales, especialmente para quienes abusan de menores. Se ha comprobado que un violador reincide. En varios países del mundo ya se aplica; Argentina, Estados Unidos, España, Francia, Reino Unido, Polonia. En Indonesia, el presidente Joko Widodo propuso la medida en mayo de este año 2016, “a raíz de la brutal violación en grupo a una niña de 14 años que escandalizó al país”, publicó la BBC Mundo. Espero que el brutal crimen contra Sandra Johana no sea una cifra más que se sume a los 1,161 femicidios que se han perpetrado en Guatemala este año 2016. ¡Urge sentar un precedente! Detener los femicidios y violaciones sexuales en Guatemala es primordial.

¡Basta ya!

clarinerormr@hotmail.com

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