EDITORIAL
Posición de EE. UU. no tendrá cambios
Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Guatemala podrían no tener ningún cambio sustancial en el corto plazo, como se puede inferir luego de varios sucesos ocurridos la semana pasada. Según trascendió, del 5 al 7 de este mes se produjo una visita de empresarios y políticos guatemaltecos a diversos asesores del Congreso y Senado estadounidenses para manifestar su descontento con el embajador estadounidense Todd Robinson.
Fuentes cercanas al grupo señalan que no tuvo ningún efecto y más bien logró un rechazo la petición de los visitantes guatemaltecos. Todo derivó en una respuesta concluyente: el embajador no será relevado por petición de ningún grupo, posición tajante y coincidente con otros momentos muy recientes de las relaciones diplomáticas y estratégicas entre ambos países.
Por aparte, el fin de semana se reportó la declaración de apoyo a los fiscales generales del triángulo norte centroamericano hecha por el senador Patrick Leahy, poderoso representante demócrata, miembro prominente del comité de Apropiaciones del senado, y muy crítico al militarismo en sus 41 años de carrera política. Su respaldo se produce unos días después de que la fiscal general Thelma Aldana y el comisionado de la CICIG Iván Velásquez llegaron al Congreso para respaldar los cambios al derecho de antejuicio de los diputados.
El que un senador como Leahy se pronuncie en respaldo a las fiscalías de la región tiene una lectura precisa: los legisladores norteamericanos y otros grupos que apoyan la depuración, insisten en que siga adelante el trabajo de Aldana y Velásquez por considerar que, hasta ahora, es una función transparente y valiosa para los guatemaltecos.
No es un secreto que la fiscal, el embajador y el comisionado de la CICIG constituyen una fuente de molestias y preocupaciones para políticos, militares y otros grupos cuyos nombres y rostros quedaron expuestos por constituir una parte importante de la corrupción. Por eso no crea sorpresa que el gobierno guatemalteco y algunos integrantes del sector privado puedan coincidir en la crítica al trabajo de depuración realizado en el país, aunque en público manifiesten darles respaldo.
El escenario se plantea incómodo para los sectores que critican a Aldana, Velásquez y Robinson. Ni con tales visitas, ni con sus acciones legales, mediáticas y políticas, lograron desintegrar este tridente justiciero. Además, ha trascendido que Rudolph Giulliani, salió de la carrera por ocupar un puesto en el gabinete de Donald Trump. Este exalcalde de Nueva York es percibido como un aliado por sectores poderosos de guatemaltecos, y sin su presencia en el nuevo gobierno, el tablero político es adverso para los conservadores de la región, a quienes se hace cuesta arriba detener el rumbo político y diplomático ya establecido desde Washington.
La única salida real que puede existir para estos grupos interesados en detener los esfuerzos en contra de la corrupción, es un fallo catastrófico en quienes trabajan en el proceso depurador de las instituciones, Si ello no ocurre, es evidente que nada los detendrá pues cuentan con el respaldo de la comunidad internacional y constituyen, sin duda alguna, uno de los más importantes parteaguas históricos en este país.