El Larsen C, de un espesor de 350 metros, está localizado a lo largo de la costa oriental de la península antártica y ayuda a frenar el flujo de los glaciares -ríos de hielo- que tiene detrás.
De acuerdo con los expertos, se trata de un pedazo de hielo cuya extensión equivaldría a una cuarta parte al territorio de Gales, por lo que su desprendimiento podría provocar otros en el futuro.
Los investigadores han observado la grieta en el Larsen C durante muchos años, después del colapso de Larsen A – el segmento más pequeño- en 1995 y de Larsen B, que se desintegró casi en su totalidad en 2002 aunque quedan algunos sectores remanentes.
“Si (el iceberg en Larsen C) no se va en los próximos meses, estaré asombrado” , dijo a la cadena británica BBC el profesor Adrian Luckman, de la Universidad de Swansea.
Según explicó, los científicos pudieron observar el aumento de la grieta a través de imágenes de radar del satélite Esa Sentinel.
Luckman subrayó que se trata de un acontecimiento geográfico y no climático puesto que la grieta ha estado presente durante décadas, pero se ha perforado en este momento.
La preocupación de los científicos es la posibilidad de que, si se desprende el iceberg, los glaciares aceleren su movimiento hacia el mar, lo que tendría un impacto en el nivel de las aguas.
De acuerdo con estimaciones de los expertos, si el hielo que la barrera Larsen C retiene entra en el mar, el nivel de las aguas globales puede aumentar unos diez centímetros. EFE