Educación
“Fue arzobispo de 1779 a 1792. Nació en Villavivencio de Los Caballeros, en el reino de León, España. Llegó a Guatemala el 6 de octubre de 1779 como sucesor de Cortés y Larraz”, se indica en El tesoro de la Catedral Metropolitana. En el libro también se menciona que fundó dos escuelas de primeras letras: San Casiano, San José de Calasanz, así como el Colegio San José de los Infantes.
Cuando Francos y Monroy (7 de agosto de 1736-17 de julio de 1792) dejó España su familia lo dotó con parte de su fortuna entregándole varias monedas de oro. “Hay registros que confirman que de su bolsillo utilizó fondos para sufragar gastos de edificación durante su gestión, por ejemplo, los templos de San Miguel de Capuchinas, donde reposan sus restos, y Santa Rosa. Patrocinó la construcción del Seminario y del Colegio Tridentino, hoy sedes del Instituto Nacional Central para Varones y del Museo de la Universidad de San Carlos de Guatemala”, según la Dirección del Centro Histórico, que recientemente elaboró una investigación acerca de la Casa Barnoya García. El 13 de diciembre pasado, los actuales propietarios del inmueble acordaron que se convierta en un espacio cultural, razón por la cual comenzará este año su remoción a cargo de la mencionada Dirección.
Méritos
El investigador Christophe Belaubre añade más logros a la gestión del prelado en su artículo Aspectos de la vida del arzobispo de Guatemala que vino para retomar el control de un clero guatemalteco en estado de rebelión casi abierto.
“Tomó providencias importantes para luchar contra la epidemia de viruela. Se mantuvo bastante activo a la cabeza de su diócesis: formó el cuadrante de los productos de sus 129 curatos (1784), hizo la recaudación del subsidio (1784), redactó un informe sobre el estado de las cofradías (1787), publicó el Manual de Párrocos para Administrar los Santos Sacramentos (1788), dejó 40 mil pesos para la fundación de dos escuelas públicas y redactó las reglas para su gestión (1789)”.
Independencia
Otro aporte, se presume, fue la semilla de emancipación que irrigó desde los centros de educación a su cargo. Francos y Monroy se identificó mucho con los autores y movimientos independentistas de su época. “Unos 40 años después, varios de los que tomaron parte de la Independencia estuvieron vinculados como estudiantes en los colegios que fundó, agrega la unidad de investigación de la oficina edilicia.
Sede arzobispal
El 6 de diciembre de 1782, “Francos y Monroy informó al rey que había trasladado a la nueva ciudad la Catedral, el colegio seminario, los conventos de religiosos y religiosas, beaterios y demás cuerpos sujetos a la Mitra, a edificios formales”, señala Belaubre, “para terminar estas obras había sido necesario dejar la obra del Palacio Arzobispal y él tuvo que vivir, hasta entonces, en casa de alquiler con mucha incomodidad y estrechez, careciendo de las principales oficinas y habitación”, añade en alusión a la Casa Barnoya García, ubicada en la 8ª. calle entre 11 y 10 avenidas de la zona 1.
Esta casa fue edificada luego del asentamiento de la ciudad en el Llano de la Virgen, en 1776. Años más tarde fue adquirida por el presbítero Julián Martínez Batres y la cedió a Francos y Monroy, quien la habitó de 1780 a 1792. El inmueble, de acuerdo con la Dirección del Centro Histórico, ocupaba un cuarterón de manzana, estaba conformado por la vivienda, la oficina del arzobispado y las estancias de servicio; funcionó como sede provisional de algunos de los establecimientos que abrió el arzobispo.
Para su construcción se utilizaron elementos traídos de la Antigua Guatemala, tales como la portada de piedra y los balcones. En 1822 fue dividida en dos fracciones las cuales, con el paso del tiempo, han sido subdivididas y ahora pertenecen a propietarios distintos. La parte que conserva el emblemático pórtico de piedra es la recientemente nombrada Casa Barnoya García.
“Ahí nací, ahí viví”
El doctor José Barnoya nació hace 85 años en la antigua sede arzobispal y vivió ahí 42 años. “El inmueble tuvo varios propietarios, uno de ellos fue un señor de apellidos Barros Jiménez, quien la vendió a mi abuelo José Barnoya, quien fue fotógrafo, y tuvo su estudio en esa casa”, recuerda el médico.
“Yo nací en esa casa, ahí viví, me gradué de bachiller, de médico y en ese lugar también me casé y vi nacer a mis tres hijos”, agrega Barnoya. Indica que él y sus descendientes encuentran satisfacción en el uso cultural que se la dará al espacio familiar. “Cedimos la casa para que sirva para actos culturales, exposiciones y conciertos. Es la Municipalidad de Guatemala la que dispondrá de mejor manera el uso que tendrá”.