El suceso ocurrió el 17 de enero en las afueras de la ciudad porteña, en la localidad de Ingeniero Budge, cuando la joven, Jenifer Geraldine Trillo, iba a tomar un autobús junto a su madre, de 46 años, para ir a hacerse pruebas ginecológicas.
El fallecimiento de la menor se produjo “a raíz de un disparo de un arma de fuego a corta distancia”, explicaron en su momento a Efe fuentes de la Fiscalía de Lomas de Zamora (término municipal que engloba a Ingeniero Budge), tras haber recibido los detalles de la autopsia de la víctima.
“Al parecer se trataría de un calibre chico y fue hecho casi apoyando el arma en la nuca de la persona fallecida”, agregaron las fuentes.
De acuerdo al testimonio que la madre relató el día de los hechos, dos hombres armados las asaltaron y amenazaron, pero la menor se resistió a ser robada y salió corriendo.
Uno de los atacantes la persiguió y le dio varios culatazos con el arma y le disparó.
La madre no oyó el tiro, por lo que en las primeras instancias de la investigación se desconocía si la causa de la muerte había sido solo el culatazo.
“Le arrancaron la mochila y, por no poder quitársela, le dieron tres culatazos en la cabeza”, recordó la madre Roberta Calsin a la cadena C5N, y agregó: “La mataron como un perro, agarraron el bolso y se fueron corriendo”.
La mujer también dijo que a su hija “ya se le notaba la panza” y que a los delincuentes “no les importó nada”.
“No hay policías por ahí y hay muchos delincuentes perdidos por la droga”, denunció la mujer.
Según informaron las fuerzas de seguridad de la zona, la adolescente comenzó a “perder mucha sangre” y fue trasladada en un efectivo de emergencia, pero finalmente “no se pudo hacer nada por ella” ni por el bebé.
El lugar donde ocurrieron los hechos se caracteriza por tener “varios robos con violencia a la semana”, expresaron desde la comisaría más cercana al suceso, en la que consideraron “habituales” los hurtos violentos.