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Qué son los esqueuomorfos y por qué están por todas partes
¿Has oído -o pronunciado- alguna vez la palabra esqueuomorfo?
Posiblemente no estés familiarizado con ella pero si miras a tu alrededor, no será difícil verlos: los esqueuomorfos están por todas partes.
Pero, ¿qué son?
La palabra misma viene del griego: skeuos -que significa herramienta o contenedor- y morphé -forma-, pero no la encontrarás en el diccionario de la Real Academia de la Lengua.
No obstante, el término ha sido usado durante mucho tiempo, particularmente por historiadores y arqueólogos.
Denomina “la presencia en un objeto de rasgos formales que carecen de motivación en relación con sus funciones o condiciones de su producción y que tan sólo pueden explicarse como atavismos con respecto a un modelo diverso en su uso o en condiciones técnicas“, como explicó en su libro “Formas Elocuentes” el prestigioso medievalista Serafín Moralejo Álvarez.
Mmm… ¿aún no te queda muy claro? ¿Y la foto de arriba más que aclarar las cosas, te confunde?
Pues no te preocupes: con unos pocos ejemplos e identificarás esqueuomorfos sin dificultad.
Empecemos por esa foto
En esos jeans de la foto, y quizás en los tuyos, los esqueuomorfos son los remaches, esas extrañas pero tan familiares piezas de metal.
¿Por qué?
Porque son una herencia estética de una época en que el jeanera demasiado grueso para mantenerse unido solamente con hilo. Aunque más tarde ya no se necesitaban, los remaches de metal se siguieron usando… y eso es un esqueuomorfo.
Son -como escribió Moralejo- “el testimonio más espectacular del profundo arraigo del instinto figurativo de la conciencia y subconsciencia humanas”.
Los esqueuomorfos se producen, explica, “porque las formas, adheridas por generaciones a determinados usos, acaban por sentirse como connaturales a ellos”.
Piensa en un automóvil.
Más bien en sus ruedas.
Las ruedas de los vagones de antaño y de las bicicletas necesitaban radios, pero después las ruedas de los automóviles no, y sin embargo muchos aún los tienen únicamente por su aspecto.
Es como si las ruedas sin los radios, no fueran ruedas.
Por otro lado, los motores fueron colocados originalmente en la parte delantera de los automóviles porque los caballos halaban a sus antecesores desde adelante.
El “caballo de fuerza” para medir su potencia es en sí mismo un esqueuomorfo, que se quedó con nosotros mucho después de que liberáramos a los caballos de esa tarea.
Y hay un ejemplo más en los autos de lujo: los adornos del capó, que solían ser simples tapas de radiadores.
Un ejemplo clásico de esqueuomorfismo lo encuentras en las decoraciones en las piedras de los antiguos templos griegos.
Los triglifos dóricos, esos diseños con tres bandas verticales separadas por acanaladuras, se derivaron de los de templos de madera anteriores y se crearon exclusivamente con fines ornamentales.
Los triglifos en la piedra están en el lugar que solían estar los extremos de las vigas con las que se hacían los tejados de las casas. Aunque la madera dejó de usarse, su huella quedó, como decoración, en la piedra.
“La forma de un objeto es más que su forma“, señaló el historiador del arte.
Ahora sí los verás por todas partes
Aunque los esqueuomorfos nos han acompañado desde tiempos prehistóricos, en el siglo XX se volvieron cotidianos.
Se colaron por todas las rendijas… hasta en los lugares a los que los fieles de las religiones van a orar.
¿Has visto que, en muchas iglesias, las velas de los altares de ofrendas ya no son de cera sino eléctricas?
La costumbre de hacer ofrendas encendiendo velas se mantiene, aunque esas “velas” sólo lo sigan siendo por su forma.
Así, hay muchos más ejemplos en el mundo físico, pero es en el mundo digital que vemos la mayoría de los esqueuomorfos hoy en día.
En pantalla
Con la proliferación de las computadoras en la década de los años 80, se abrió un nuevo mundo de esqueuomorfismo como un medio para hacer que los sistemas operativos fueran más “amigables” al forjar un vínculo intuitivo con el pasado.
Uno se sus grandes promotores era Steve Jobs, el pionero de la revolución de las microcomputadoras de los años 70 y 80, pues creía firmemente en que las computadoras debían ser tan sencillas de usar que un novato pudiera dominarlas basándose solamente en su instinto.
Entonces, si deseabas eliminar un archivo, debías arrastrarlo a una representación de una basura real, y si lo querías almacenar, lo metías en carpetas parecidas a sus contrapartes físicas.
Y, hablando de eliminar, en varios casos los diseñadores de los esqueuomorfos se valen precisamente de los objetos que la innovación está enviando al olvido.
¿Cuántos sobres se dejaron de usar con la llegada del email, cuyo ícono es un sobre? El reloj logró reinventarse pero ¿cuántas cámaras como las del dibujo al que le haces clic cuando quieres tomar fotos ya no se compran?
Lo que la moda se llevó y la intuición rescató
Entre tanto, en el ámbito del diseño de interfaz gráfica surgió otro modelo -el Flat o plano- como alternativa al esqueuomórfico.
Esa tendencia se puso de moda y consiguió destronar al esqueuomorfismo como paradigma en el diseño de interfaces.
Sin embargo, quizás es más apropiado en este caso usar el otro nombre que usan los diseñadores para el esqueuomorfismo –diseño realista– pues no siempre es fácil afirmar que el diseño flat dejó al esqueuomórfico atrás.
Fíjate por ejemplo en los íconos de la cámara, el video y los mensajes en esta imagen que tiene a la izquierda una interfaz realista y a la derecha, flat… ¿no te parece que ambas versiones son esqueuomorfas?
En cualquier caso, cuando el uso de teléfonos inteligentes se generalizó, el esqueuomorfismo regresó con fuerza.
Un nuevo léxico esqueuomorfista entró en uso para hacer de nuestro paso a esa nueva tecnología algo mucho más fácil.
Irónicamente, el icono del teléfono clásico ahora representa la funcionalidad del teléfono. O piensa en el carrito de compras o cestas que ahora encontramos cuando compramos en línea.
¿Y qué hay del futuro?
Pues, las tomas de corriente de los autos eléctricos, por ejemplo, a menudo retienen el diseño de sus contrapartes para los que usan gasolina, a pesar de no necesitarlo.
Si bien el diseño creativo puede llevarnos a un territorio más abstracto, parece haber una familiaridad tranquilizadora sobre el esqueuomorfismo.
Al final es esa extraña añoranza de la forma en la que las cosas solían ser.
Ahora sí…. ¿cuántos esqueuomorfos encuentras en esta ilustración?