Este objetivo de 20.000 establecimientos, a menudo unidos a una escuela primaria o a un colegio, solo debía inicialmente ser alcanzado en 2020, con 30 millones de alumnos. La etapa siguiente es 50.000 escuelas en 2025.
Convertirse en una potencia del fútbol es una cuestión de legitimidad política para el presidente Xi Jinping, gran aficionado de este deporte, en el momento en que el equipo nacional tiene dificultades para clasificarse al Mundial de Rusia-2018.
El presidente chino ambiciona que su país pueda un día albergar y ganar un Mundial y el país anunció el año pasado una estrategia que busca formar parte de la élite del fútbol mundial en 2050.
Esta impulsión política condujo a grandes empresas chinas a invertir sumas colosales en los clubes del campeonato nacional, que a su vez ficharon últimamente a estrellas internacionales.
Pero Pekín se esfuerza ahora a limitar este diluvio de dinero. Estas nuevas medidas (límite en los salarios y en el número de jugadores extranjeros) busca combatir las “inversiones irracionales crecientes” y la falta de financiación de los estadios y de las infraestructuras de entrenamiento, anunció el mes pasado la Federación China de Fútbol (CFA).
Mientras tanto, la selección nacional ocupa el puesto 81 en la clasificación FIFA. Y pese a la llegada del entrenador italiano Marcello Lippi, es última de su grupo de clasificación para el Mundial-2018.
China solo se clasificó en 2002 para un Mundial, sin poder ganar ningún partido ni marcar gol alguno.