Sin embargo, tras 30 años de prosperidad globalizadora, el mercado mundial parece adentrarse en una nueva fase de desaceleración de los procesos de mundialización. Se percibe un fuerte movimiento hacia la desglobalización que atañe fundamentalmente a la economía y se expresa en el estancamiento del comercio internacional.
La desglobalización puede entenderse como el proceso de disminución de la interdependencia y la integración, concepto opuesto al de la globalización. Algunos definen este término como la creación de un orden internacional que permita diversidad en la búsqueda del desarrollo, ya que según ellos, en la actualidad tenemos un modelo impuesto por las instituciones globales.
En las últimas décadas, la globalización ha generado grandes beneficios, tales como la disminución de los costos de producción, cuestión que ha permitido al consumidor tener mejor acceso a productos a precios menores; el aumento del empleo, especialmente en los países en desarrollo; el aumento de la competitividad entre los empresarios y por lo tanto una mejora en la calidad de los productos.
En este proceso, la revolución informática ha jugado un papel esencial para acelerar la globalización del comercio, los servicios y las comunicaciones. Adicionalmente, el acceso a la información como parte de la globalización, ha favorecido que se reemplace la comunicación directa por la virtual, y ha abierto las puertas a otras costumbres o hábitos con características particulares.
Se ha descubierto mejoras en las tecnologías que ayudan a la producción y a la rapidez de las transacciones económicas, por lo que se logra mayor accesibilidad a bienes que antes no se podían obtener en los países en desarrollo.
En este sentido, la globalización ha sido duramente criticada porque no ha generado todos los beneficios esperados y hay sectores económicos que se han quedado al margen.
Se ha observado también una mayor desigualdad económica entre los países desarrollados y los países en desarrollo, debido a la concentración de capital en los países desarrollados; una mayor injerencia económica de parte de los países desarrollados hacia los países en desarrollo; una menor oportunidad de competencia con las grandes empresas multinacionales, además de una degradación del medio ambiente por la explotación inadecuada de los recursos naturales.
En el ámbito social, se ha producido una creciente desintegración del núcleo familiar, con una desunión cada vez más amplia, donde los adolescentes han cambiado su forma de actuar, de pensar y de vivir.
El movimiento de desglobalización observado recientemente, se caracteriza por importantes matices de nacionalismo y proteccionismo. Intenta darle el golpe de gracia a los tratados de libre comercio y sustituirlos por un sistema proteccionista. Muchos opinan que el estancamiento del comercio internacional es un síntoma del avance del nacionalismo económico que pretende proteger empleos, mercados y empresas nacionales frente a la competencia exterior. Sin embargo, aunque hay algo de cierto en esa explicación, limitar las causas de los procesos de desglobalización a un único factor político, parece ser muy simplista.
El avance del nacionalismo económico, plasmado en acontecimientos tan espectaculares como el Brexit y los debates durante las elecciones en los Estados Unidos, es en parte, fruto del cuestionamiento a esa híper-globalización sin reglas y sin controles que se viene produciendo. En este sentido, si tratamos de responder a la pregunta inicial, las evidencias recientes apuntan que estamos a las puertas de un cambio de época a nivel mundial.