El 10 de febrero pasado, las autoridades de Salud informaron de un brote de “locura colectiva” en la comunidad de Raití, Alto Wangki, también en la RACN, habitada en su mayoría por indígenas miskitos.
Según el nuevo reporte del Ministerio de Salud, en la comunidad de Santo Tomás de Umbra se han presentado 27 casos de indígenas con delirios y gritos.
Los afectados por el mal sufren convulsiones, alucinan y corren desesperadamente con palos o machetes en mano, hasta que se desmayan y recuperan la conciencia sin recordar nada. Los científicos lo atribuyen a la grave desesperación causada por la pobreza.
“Las personas alteradas en su conducta habitual ya están en condición estable”, aseguró Murillo.
Aseguró que un grupo de médicos tradicionales llegarán a esa comunidad indígena para atender a los afectados, junto al Ministerio de Salud.
En total, las autoridades de Salud registran 34 personas afectadas en el último mes por ese mal, conocido por los nativos como “grisi siknis”.
Los afectados sufren convulsiones, alucinan y corren desesperadamente con palos o machetes en mano, hasta que se desmayan y recuperan la conciencia sin recordar nada.
El mal es atribuido a maleficios a cargo de brujos o hechiceros, muy temidos en esa zona, para obligar a la gente a pagar cuantiosas sumas de dinero por la cura a cambio de salvar la vida de sus seres queridos.
Los científicos consideran, sin embargo, que se trata de estados graves de desesperación causados por la extrema pobreza en que han vivido los indígenas miskitos del Caribe norte.
El antropólogo nicaragüense experto en pueblos indígenas Víctor del Cid ha sugerido que sean chamanes los que atiendan ese mal en Nicaragua, con sus técnicas y procedimientos ancestrales.
En mayo de 2016, en la ciudad colonial de León, a 97 kilómetros al noroeste de Managua, un grupo de estudiantes universitarios debieron ser tratados por la enfermedad, y en 2003 y 2009 también se registraron brotes en el Caribe norte del país.