Cada uno de estos servidores públicos tuvieron una función importante para asistir a las víctimas.
Muchos de ellos se impresionaron al ver los cuerpos quemados de las adolescentes; sin embargo, en lugar de detenerse, reaccionaron para continuar con más ímpetu y responsabilidad su labor, pues sabían que muchas vidas dependían de ellos.
Sin caer
Marvin Morales, socorrista de la Cruz Roja Guatemalteca, aseguró que la preparación emocional que ha recibido en la institución, que está orientada para poder enfrentar cualquier suceso, es lo que le ayudó ese fatídico día.
Sin embargo, aceptó que las capacitaciones se desvanecieron por segundos al ver el caos en el Hogar. “Es una cuestión muy difícil. Aunque seamos unas personas fuertes y de fortaleza emocional enorme, somos seres humanos y en ese momento tuve muchos pensamientos: mi hija, el futuro”.
Morales aseguró que cuando cubren una emergencia saben a lo que se enfrentaran y como actuar para no afectar a los pacientes, “pero muchas veces gana lo humano”.
Aterrador
El socorrista contó que ese día, junto a sus compañeros, llegaron al lugar después de las 9.30 de la mañana y su labor se centró en la curación de heridas, inmovilización por lesiones en las manos, vendajes y suturas de unos 41 niños y adolescentes.
Luis Perpuac, bombero voluntario, uno de los primeros en entrar al Hogar Seguro, contó que fueron alertados de la emergencia a las 8.30 horas. Al llegar, y por lo que le indicó el guardia se imaginó que se trataba de un hecho menor.
Narró que su hipótesis de la emergencia se borró justo cuando ingresó y observó a las niñas quemadas en un patio. La magnitud de lo sucedido creció cuando entró a la habitación donde habían más jóvenes quemadas.
“El hecho en el Hogar era un caos, era increíble lo que se vivía. Nunca me imaginé que fuera tan grave. La coordinación fue primordial para los traslados”, agregó Perpuac.
Recordó que la prioridad de él y sus compañeros fue atender a las niñas y trasladarlas a los hospitales.
“Las imágenes fueron desgarradoras, pero no podíamos detenernos”, añadió mientras ajustaba su casco.
Coordinación
Mientras los bomberos brindaban atención en el lugar, policías de tránsito de la ciudad y médicos de los hospitales nacionales se organizaron para recibir a las víctimas.
“Los agentes ayudaron a descongestionar las calles para que pasaran las ambulancias. Mientras, se organizaron los equipos multidisciplinarios para recibirlas”, contó Edwin Bravo, jefe de Traumatología del Hospital San Juan de Dios.
He visto muchos accidentes desde hace 20 años, tuve la experiencia de estar en Haití, pero al ver llevar a las niñas quemadas en las palanganas de los picops, una sobre otra y con tierra, me pareció fantasmal lo que observaba, realmente era entristecedor, comentó.
Aseguró que solo una paciente fue traslada en una ambulancia; sin embargo, las condiciones tampoco fueron las “más” apropiadas. Pero la atención era prioridad.
“Aquí todos los compañeros bajaban y daban su aporte. Todo el mundo dio apoyo humanitario”, dijo.
El médico contó que muchas de las pacientes llegaron inconscientes y las pocas que iban despiertas tuvieron que ser sedadas y colocarles tubos en las vías respiratorias. “Esas quemaduras provocan un dolor insoportable por eso se sedaron de inmediato”, aseveró.
Lo anterior contribuyó a mantener a las niñas con vida y sin dolor, pero por la severidad de las quemaduras varias de las adolescentes fallecieron, a pesar del esfuerzo que hizo el personal del Hospital San Juan de Dios, según Bravo.