HAGAMOS LA DIFERENCIA

La autoridad es la autoridad

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La autoridad es la facultad o derecho de mandar o gobernar a personas que están subordinadas. También se define como autoridad a la persona que tiene esa facultad o derecho. La autoridad permite que en las sociedades civilizadas se mantenga un orden, y que puedan aplicarse las reglas de convivencia. En la Biblia Dios muestra la importancia que da a la autoridad y a la obediencia a ella, y ordena que debemos respetar a nuestras autoridades. “El orden es la primera ley de Dios”.

Como personas debemos reconocer en los diferentes ámbitos quién o quiénes son nuestra autoridad; por ejemplo, si estamos en la escuela existirá un director que tiene la autoridad sobre esta, pero dentro del aula será el maestro la autoridad. Al conducir un auto, debemos saber que en las calles la autoridad es el policía de Tránsito; en nuestro trabajo la autoridad es el jefe; en un bus es el piloto la autoridad; cuando estamos en una casa que no es la nuestra, la autoridad es el propietario de esa casa. Reconocer y respetar esta autoridad nos evitará problemas. La obediencia a la autoridad contribuirá a que llevemos una vida en paz, y en un país, a que se mantenga el orden social.

En Guatemala, el principio de autoridad está deteriorado. A ello han contribuido diversos factores como la extrema pobreza, la falta de educación y, últimamente, a la excesiva intromisión de los derechos humanos, que ha frenado el accionar de las autoridades, so pena de ser juzgadas por desacato en este campo. Se ha perdido el respeto. Un ejemplo es lo acaecido el domingo 19 de marzo en el correccional Etapa II, donde jóvenes recluidos mataron a cuatro monitores. ¿Cómo es posible que los jóvenes se insubordinen y tomen de rehenes a sus propios monitores? El Estado y la sociedad guatemalteca han perdido los valores. Los problemas principian cuando el ser humano empieza a formar un sentimiento de rebeldía y desobediencia a sus autoridades, y muy especialmente cuando se tiene ansias de poder.

La falta de respeto también se debe a que las autoridades han actuado con negligencia y, en algunos casos, son ellas quienes primero han faltado el respeto, como se evidenció en el caso del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, ya que hay denuncias de violaciones, malos tratos y falta de respeto. Ocurre también que por ambición de poder muchas personas, al ocupar un puesto, no reconocen la línea de autoridad bajo la que están y decide actuar según sus convicciones e impulsos, irrespetando las normas y procedimientos.

Para que la sociedad guatemalteca vuelva al camino del desarrollo, es preciso que empecemos a retomar los principios morales y éticos en los hogares y en las escuelas, como se hace en muchos de los países orientales. El hijo deberá reconocer la autoridad de sus padres y respetarlos; los ciudadanos debemos reconocer las autoridades en nuestros diferentes ámbitos; los alumnos deberán reconocer la autoridad de sus profesores. Es hora de que nuestros niños dejen de crecer bajo la sombra del consentimiento, para convertirlos en verdaderos ciudadanos, que respeten cuando estén ante sus autoridades, pues esto les evitará muchos problemas y contribuirá a que tengamos mejor país. Mientras tanto, nuestras autoridades deberán ejercerla, dejar de hacerse de la vista gorda y no contribuir al desorden que se ha generado. Los policías deben hacer respetar a los pilotos, los funcionarios a sus subordinados y todos a nuestros hijos. Es inaudito observar a un policía comprando teléfonos robados, observar los buses sobrecargados, a todos irrespetando, sin que nadie haga nada. Los Derechos Humanos deben repensar sus principios, pues han hecho más daño que beneficio.

samreygo@yahoo.com

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