PLUMA INVITADA
Páginas de la historia escritas con carbón
El momento apocalíptico que vive el Estado, causado por el incumplimiento de la Constitución, las leyes, políticas, reglamentos y manuales de funciones y atribuciones de las instituciones, debe servir para aprovechar las lecciones de la etapa primaveral de la democracia de nuestro país, reinventada por los movimientos cívicos y patrióticos vividos en la Plaza de la Constitución cuando el pueblo de Guatemala solicitó de manera civilizada la renuncia a un gobierno que no desempeñó sus funciones a cabalidad como garante de una buena gerencia del Estado, que paga muy bien a los empleados que elige el pueblo para la administración de sus recursos.
Este momento, que ha quedado escrito en las páginas negras de nuestra historia, como la tragedia en el Hogar Seguro de la Virgen de la Asunción, por el que fallecieron 41 adolescentes, desviste las flatulencias administrativas, forzando al Estado a revisar y enmendar con sabiduría como respuesta obligatoria al juramento que se hace al asumir el empleo que otorga el pueblo, por lo que se considera un compromiso inalienable gobernar con el mejor recurso humano y no con ciudadanos que se aprovechan del nepotismo y del clientelismo, quedando en deuda en los bajos estándares de calidad y honestidad, poniendo en duda la calidad que debe tener el capital humano en el desempeño de los cargos de las dependencias Estatales.
El desastre ocurrido en esta institución comprueba el apocalipsis del Estado, porque es denominador común el incumplimiento en todas sus instancias, empero, esta catástrofe nos puede llevar a concluir que todas las dependencias estatales no funcionan, por la falta de entrega al desempeño de las funciones y la falta de capacidad profesional, ética y valores cívicos para trabajar por Guatemala.
Sin duda que los gobernantes deben elegir a los mejores profesionales para formar un grupo de académicos de excelencia, competentes y probos, para que cumplan bien sus funciones y atribuciones, a fin de alcanzar el éxito en el servicio que demanda el pueblo, y que muy bien señalan las leyes, reglamentos y manuales de funciones en la administración pública.
Es momento propicio para enmendar la plana en los tres poderes del Estado, tomar acciones concretas y dejar al margen los ridículos discursos que la retórica presta para hacer creer al pueblo silenciado que se está recreando la administración pública.
Escribir páginas con carbón humano, de los niños a quienes se les han negado las condiciones necesarias para ser ciudadanos libres y proactivos, o escribirla con sangre de inocentes, no debe repetirse en esta patria, en donde existe tanta belleza natural, riqueza ancestral y cantos con música de victoria que nos llenan de valentía y orgullo, como cuando el himno nacional sentencia: “Ni haya esclavos que laman el yugo, ni tiranos que escupan tu faz”.
Ahora es cuando el Estado de Guatemala tiene la obligación de detener el descenso vertiginoso de la curva de eventos paradigmáticos del mal, entre los cuales destacan la ineptitud de los funcionarios asignados para dirigir los destinos de las diferentes instituciones, es tiempo de nombrar a los más aptos y con ellos trabajar arduamente para lograr el ascenso de la excelencia y la calidad total en el desempeño de las dependencias públicas, a fin de evitar que eventos apocalípticos como este que no se puede olvidar se repitan en otras instituciones que se encuentran en alerta amarilla y roja. Se debe dejar la práctica de lamentarse hasta que llegan el desastre y la muerte se hace presente.