Una batería de bombas lacrimógenas era lanzada por la Policía, que buscaba hacer retroceder, apoyados con un camión blindado, a los manifestantes que lograron llegar hasta la estratégica autopista Francisco Fajardo. Un grupo de encapuchados respondía a los uniformados con piedras.
En tanto, propietarios denunciaban el saqueo de sus negocios: De la panadería de Andrea Martínez solo quedó en pie un anuncio luminoso que titilando ofrecía “Charcutería”, lo demás fue destrucción. En medio del caos durante las manifestaciones opositoras en Caracas, el hampa arrasó con varios comercios.
Vitrinas rotas, bandejas en el suelo, neveras vacías: no quedó un solo pan, un solo jugo. Los saqueadores se llevaron todo, incluidas dos pesadas máquinas, que después dejaron abandonadas en medio de la calle.
Su panadería queda en el barrio de El Paraíso, en el oeste de Caracas, uno de los puntos de concentración de la marcha opositora del miércoles, que degeneró a violentos enfrentamientos entre las fuerzas del orden, que lanzaron gases y balas de goma, y manifestantes radicales, que respondieron con piedras y cócteles molotov.
El robo fue en la noche. Martínez, de 50 años, no vive cerca y en medio del caos de vías bloqueadas no pudo llegar sino hasta la mañana siguiente.
“Cuando llegamos pensábamos que era simplemente algo pequeño no la destrucción en la que dejaron todo esto”, lanzó con la voz quebrada y los ojos hinchados de llorar.
“Los vecinos nos dicen que utilizaron herramientas para poder forzar las rejas, para forzar los candados, para romper las paredes, no lo hicieron con piedras”, añadió, desestimando que hayan sido manifestantes.
En este país polarizado, el gobierno del presidente Nicolás Maduro responsabiliza a la oposición del vandalismo y viceversa, como cuando hace una semana y media, 14 comercios fueron saqueados en Los Teques, cerca de Caracas, en medio de enfrentamientos entre las autoridades y los manifestantes.
Bienes confiscados
General Motors (GM) cesó sus operaciones en Venezuela y despidió a dos mil 678 empleados luego de que el Gobierno le confiscó una planta en ese país jaqueado por una explosiva crisis política y económica.
El miércoles, la fábrica fue “inesperadamente tomada por las autoridades venezolanas, que impidieron que siga operando con normalidad”, dijo Julia Bastos, portavoz de GM en Brasil, en un correo electrónico este jueves.
“Otros activos de la compañía, como vehículos, fueron ilegalmente retirados de las instalaciones”, agregó.
La unidad de la automotriz estadounidense tiene capacidad para fabricar cien mil vehículos por año, pero estaba prácticamente paralizada por el colapso económico de la potencia petrolera caribeña y las restricciones para conseguir dólares para importaciones en medio de un férreo control de cambio.
GM está en Venezuela desde 1948, donde tiene asociada una red de 79 concesionarios, que emplean a tres mil 900 personas, según datos de la automotriz.
Todos los despedidos serán compensados “pronto”, explicó Bastos.