“A esa ciudad quiero ir, porque con júbilo me siento inclinado a caminar hacia ella, luego que la he oído nombrar: esta es la primera vez que oigo su nombre”, dijo por su paso en La Habana, Cuba, cuando escuchó hablar de Santiago de Guatemala.
Al llegar a la ciudad, encuentra a muchas personas de escasos recursos, enfermos y huérfanos a quienes les muestra una nueva forma de vivir con dignidad a través de la fe, salud, educación y alimentación, dice el cronista de Antigua Guatemala, Enrique Berdúo.
Era robusto y gozaba de completa salud; pero el contacto con enfermos de infecciones, los continuos ayunos y desvelos, las flagelaciones y penitencias nocturnas sin abrigo y descalzo, aunado a una grave y descuidada infección en los dientes, quebrantó su salud. Murió el 25 de abril de 1667, a las 14 horas, a los 41 años.
Fue beatificado el 22 de junio de 1980, prolongado proceso que comenzó en 1771. El 30 de julio del 2002 fue elevado a los altares por Juan Pablo II.
A continuación, lugares por donde dejó huella y facetas poco conocidas del hombre cuya vida dedicó al prójimo.