Áreas protegidas, bosques vírgenes y sitios que se dedican a la conservación de especies son muestra de la riqueza y fertilidad de la tierra en Guatemala, que necesita ser protegida y, en muchos lugares, restaurada.
“El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años; el segundo mejor momento es ahora”, reza un antiguo proverbio que mueve a los ambientalistas del Proyecto Bosques, de la Fundación Defensores de la Naturaleza, que trabaja en la conservación de 180 mil hectáreas de bosques en áreas protegidas.
La disminución en la cobertura forestal en Guatemala y su impacto en el medioambiente en los últimos años han despertado el interés de instituciones y oenegés por impulsar políticas favorables para recuperar las áreas verdes y frenar la degradación del planeta.
“La pérdida de la cobertura forestal es desmedida. Nuestra gente no visualiza el daño que causa, principalmente en las actividades productivas y por incendios forestales. Se debe generar conciencia para que se valoren los recursos y no destruirlos indiscriminadamente”, expresó Rudy Bautista, coordinador del Proyecto Bosques.
“Mientras viva el último pez y exista el último árbol hay esperanzas de mantener verde el país. Nunca es tarde”, enfatizó.