Después del nacimiento, Tony fue operado de emergencia por la hernia que tenía en sus genitales. “Fueron largos días de recuperación en un hospital, donde permanecí a su lado para atenderlo y brindarle el amor necesario”, comentó.
Ramírez asegura que lo más difícil fue aceptar que el desarrollo integral de Tony sería tardío y diferente al de los demás niños.
“Caminó a los tres años y empezó a pronunciar palabras a los cinco, ahora su léxico alcanza las dos mil palabras. Me duele ver que cada día su cuerpo crece pero que su mente y corazón es de un niño”, dijo.
Nancy cuenta que cada vez que los niños de su edad le preguntan por qué Tony no puede hablar, se le hace un nudo en la garganta.
“Mi esposo y mis otros tres hijos han sido mi apoyo y fuerza para seguir adelante. Nos esforzamos por hacer que los días junto a Tony sean llenos de felicidad y armonía”, comentó.
Ramírez asegura que a pesar de su discapacidad, Tony es un niño cariñoso, amable y feliz, para él no existe la tristeza, la maldad y la injusticia.
Gladiador
“Tony es mi gladiador y yo soy más que su madre, soy su mejor amiga, su médico, su confidente y su maestra. Juntos hemos superado enfermedades, discriminación y tristezas”, refirió.
La ejemplar madre asegura que está dispuesta a seguir luchando y a dar todo lo que está en sus manos para lograr que Tony sea independiente.
“Tony llegó para alegrarme y hacerme disfrutar de las cosas sencillas de la vida. Basta con su sonrisa y su mirada para darme cuenta de la gratitud que tengo con Dios, por haber permitido ser su madre”, expresó.
Ramírez añade que ser madre de un niño con capacidad diferente implica desarrollar una mayor fortaleza emocional y valentía para salir adelante.