El plan de gastos de Trump —de US$4.1 billones para el año fiscal 2018, que inicia el primero de octubre— busca en general aplicar recortes profundos a los programas de seguridad social, entre ellos el programa Medicaid —de asistencia médica para los pobres o discapacitados— y el Programa de Seguro de Salud Infantil. El proyecto contempla recortar en un 13% los gastos del Departamento de Educación y reducir el gasto en la defensa y aplicación de los derechos civiles a través del gobierno federal.
La Casa Blanca alega que su plan de presupuesto busca poner de nuevo a Estados Unidos en marcha hacia una economía sana.
“No vamos a medir la compasión con la cantidad de dinero que gastamos, sino por el número de personas que ayudamos”, argumentó la semana pasada el director de presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney.
Los detractores del plan, sin embargo, critican las prioridades del presupuesto de Trump y es poco probable que el Congreso lo apruebe tal y como le fue presentado. Sin embargo, la iniciativa muestra lo que la Casa Blanca quiere que los legisladores entreguen al presidente.
“Es un ataque de crueldad inimaginable contra los más vulnerables entre nosotros: los más jóvenes, los más viejos, los más pobres y las personas trabajadoras que necesitan un poco de ayuda para ganar o mantener una vida decente de clase media”, dijo Hillary Clinton el viernes.
La presidenta del Caucus Hispano en el Congreso, la representante demócrata por Nuevo México Michelle Lujan Grisham, dijo que el presupuesto de Trump “desperdicia miles de millones de dólares en un muro fronterizo costoso e ineficaz y en una fuerza de deportación” , mientras propone recortes a los programas que han sido esenciales para ayudar a las familias hispanas.
El plan de presupuesto busca una asignación de US$2 mil 600 millones para tecnología de seguridad fronteriza, que incluyen los fondos para diseñar y construir un muro a lo largo de la frontera con México.
