Pese a que esta es el faro de la vida política y social del país, pocos saben del contenido de la Constitución.
Pero para entender su verdadera función en todas las sociedades, recordemos que la Constitución o Carta Magna (Gran Carta, en latín), según definición de diccionario, es la ley fundamental de un Estado que define el régimen básico de los derechos y libertades de los ciudadanos y los poderes e instituciones de la organización política.
El alemán Karl Loewenstein definió varios tipos de constituciones, entre ellas, las que denominó como normativas, que eran aquellas que son cumplidas tanto por el Estado como por los habitantes del país; por lo tanto, es efectiva. “Es un traje que nos queda bien”, comparó.
También existen las “constituciones nominales”, que son las mejores, pero no se cumplen por falta de condiciones adecuadas o de preparación del cuerpo social. Pueden tener un valor educativo, ya que son un instrumento más en el proceso de educación popular, que, con el tiempo, podría llegar a convertirse en una Constitución normativa.
Según el doctor experto en derecho constitucional Jorge Mario García Laguardia, en este grupo está la guatemalteca, es decir, según palabras del alemán: “Es un traje que nos queda grande, pero que quedará bien cuando crezcamos”. Y, por último, señaló a las semánticas, que son como una pseudoconstitución, ya que es aplicada, pero sin ningún fundamento democrático, pues lo que se pretende es legalizar el monopolio de ciertos poderes sociales. Para García Laguardia, “estas son las que hicieron en 1956 y 1965 los gobiernos militares de la época”, es decir, según la cita de Loewenstein, son “disfraces”.
Antecedentes
Según Ferdinand Lasalle, en ¿Qué es una Constitución?, “todo país tiene, y ha tenido siempre, en todos los momentos de su historia, una Constitución real y verdadera”. Al principio no se tenían estas normas reunidas en un documento por escrito, pero conforme pasó el tiempo se tuvo la aspiración de plasmar esta ley fundamental en papel. Sin embargo, existen escasas excepciones, ya que aún hay algunos países, como el Reino Unido, sin Constitución, pues se rige a partir de una colección de fuentes escritas como leyes, estatutos, jurisprudencia y tratados internacionales.
La vigente de Guatemala, que se firmó el 31 de mayo de 1985, fue pactada por la población, ya que se eligió una Asamblea Nacional en la que estaban representados los diferentes grupos sociales del país; esto quiere decir que fue ampliamente consensuada y, por lo tanto, según expresa Alejandro Balsells, del Centro de Defensa de la Constitución, goza de gran legitimidad, y con mayor o menor acierto se intentó incluir a toda la población.
Según García Laguardia, esta Carta Magna es “una de las mejores del mundo”. Entre sus logros explica que, por primera vez, se incluyeron derechos de las mujeres y el voto universal. En la de 1945, ellas solo podían votar si eran alfabetas. Asimismo, es pionera en proteger los derechos de los ancianos, ya que estos ni siquiera aparecen en la otra Constitución del primer período democrático que vivió Guatemala, el de 1944-1954. Los derechos de los trabajadores son ampliados y enriquecidos, al igual que los de los niños y los discapacitados. Asimismo, se introdujo el respeto por el medioambiente y el “equilibrio ecológico”. Y, por otra parte, se crearon nuevas e importantes instituciones, como la Corte de Constitucionalidad, el Tribunal Supremo Electoral y la Procuraduría de los Derechos Humanos.
Entonces, surge la pregunta: ¿de qué sirve tener una de las “mejores”, si no solo no se cumple, sino que nuestro país destaca por su pobreza y la inseguridad?
Además, Guatemala es uno de los países de América con mayor población indígena entre sus habitantes; sin embargo, únicamente hay un apartado que trata de ello, en el cual se indica que se debe crear una ley para las comunidades indígenas, que nunca, en 25 años, se ha llevado a cabo, como denuncia el experto del Foro Permanente de Asuntos Indígenas de la ONU, Álvaro Pop, quien añade que era mucho peor la de 1945: “Existía un programa indigenista en el que se trataba de ladinizar a los mayas”. Para él, esto es un claro ejemplo de que la Carta Magna de nuestro país desconoce e ignora la realidad del referido grupo.
Otro aspecto negativo que señalan algunos expertos es que esta Constitución es demasiado detallista, debido a su larga extensión, pues contiene 281 artículos. El experto en derecho Gabriel Orellana cita el ejemplo de la sección donde se trata el trabajo, pues más parece un Código de Trabajo.
En su opinión, “una Constitución debe ser como una mujer: pequeña y misteriosa”, y remite a la de EE. UU., la Constitución más antigua vigente, ya que se creó en 1787 y desde entonces no se ha elaborado otra, sino que solo ha ido teniendo reformas —27 enmiendas— sobre un breve texto compuesto por siete artículos, que apenas ocupan cinco páginas.
Según el asambleísta Carlos Molina Mencos, este modelo que cita Orellana no sirve para Guatemala. “A mí también me gustan más las constituciones breves, pero entonces se depende más de la interpretación de la Corte Constitucional, y en Guatemala no hay una cultura constitucional como en EE. UU.”. Añade que la extensión es similar a la española, la francesa, la chilena o la argentina.
Y aún así puede haber diferentes interpretaciones de la Constitución de Guatemala. El ejemplo más claro lo constituye la candidatura de Efraín Ríos Montt para las elecciones del 2004. Según el Cedecon, se violaba el artículo 186, que prohibía la presidencia y la vicepresidencia de la República a todo aquel que hubiera sido caudillo o jefe de un golpe de Estado. Sin embargo, Ríos Montt se pudo presentar, aunque perdió frente a Óscar Berger.
¿Por qué no se cumple?
La inseguridad y la ineficacia de la justicia son claras muestras de violación de la Constitución, donde el Estado se compromete a garantizar la vida, la seguridad, la paz y la justicia, pero nunca se ha cumplido. Si se cumpliera, tendríamos un país muy diferente. Pocos se atreven a soñar cómo sería, pero lo innegable, dice Orellana, es que habría mayor seguridad jurídica.
Para García Laguardia, el origen del incumplimiento radica en que “los militares se volvieron empresarios, los empresarios se volvieron políticos y los verdaderos políticos se quedaron sin ocupación”. Tanto Orellana como García Laguardia y Molina Mencos creen que el gran inconveniente en la actualidad lo aportan los partidos políticos. Ellos no quieren cumplir la Constitución, ni les interesa que los ciudadanos la conozcan.
Soluciones
García Laguardia opina que la utilidad de esta Constitución es que aún es un programa de gobierno. Otros, plantean reformas. Solo se ha modificado una vez, en 1994, bajo el gobierno de Ramiro De León Carpio. Después hubo otro intento, tras la firma de los Acuerdos de Paz, pero no se llevó a cabo. Para Pop, esa propuesta de cambios que se votó en 1999 habría hecho una Constitución más moderna e incluyente respecto de los indígenas.
Sin embargo, otros grupos piensan que el modelo ya está agotado y se debería cambiar.
Sin más debate, lo que está claro es que ninguna Constitución sirve para algo si es desconocida por la mayoría de su población y, por lo tanto, incumplida por gobernantes y gobernados. Y entonces surge una pregunta sencilla: ¿cómo es posible que la norma más importante de un país, luego de 25 años de existencia, aún sea un traje que nos queda grande? La respuesta la debemos contestar cada uno de nosotros, siempre y cuando empecemos por leerla y aprender cuáles son nuestros derechos y responsabilidades.
La actual
En 1985 se creó la Constitución Política de la República de Guatemala. En ese momento, mucha gente pensó que este texto en el que se garantizaban importantes derechos sociales iba a cambiar el rumbo al país y dejaría atrás un oscuro período de conflicto armado y violencia estatal.
Carlos Molina Mencos recuerda cómo vivió esa histórica época, cuando formó parte de la Asamblea Nacional Constituyente y de la comisión de 30 constituyentes. “Pasábamos horas discutiendo y analizando la Constitución en las sesiones de la Comisión”. Después, estas decisiones que se tomaban en este grupo privilegiado se pasaban al pleno, donde se encargaban de aprobarlas de forma definitiva. “Todos queríamos hacer una buena Constitución. Los que participábamos en el proceso estábamos muy preparados. Todos éramos personas muy capaces”.
“Se convocó una Asamblea Constituyente, y el gobierno de la época —del general Óscar Mejía Víctores— nos dejó trabajar sin presión. Facilitó que se convocaran elecciones para elegir a los diputados, y el 80 por ciento de la población votó porque se formara la Asamblea y se creara una nueva Constitución”, añade.
Otra persona que vivió ese ambiente, pero desde la lejanía, fue el doctor experto en derecho constitucional Jorge Mario García Laguardia. Había tenido que huir de Guatemala tras el período de 10 años de democracia, en 1944-1954, pero desde México estaba al tanto de lo que pasaba en su país. Él, como muchos de los ciudadanos, se entusiasmó con la elaboración de una nueva Constitución.
Cuando ya estuvo redactada, ofrecieron a Laguardia un puesto en la Corte de Constitucionalidad, así que decidió volver al país con su esposa, dejando en México a sus hijos con sus propias familias. Después, llegó a ser presidente de la Corte, y luego, Procurador de los Derechos Humanos. Sin embargo, esa sensación de entusiasmo poco a poco se fue diluyendo, no solo en Laguardia, sino también en el resto de la población. Según el experto en derecho Gabriel Orellana, “la gente vivió una desilusión constitucional”.
Origen mundial
La idea de Constitución surgió en la Grecia clásica, con las teorías aristotélicas, pero nunca se llevó a la práctica.
La considerada primera fue la Carta Magna Libertatum, en Inglaterra, cuando Juan I de Inglaterra, en 1215, obligado por la burguesía y el Papa, creó ese documento para limitar el poder del monarca absolutista.
A partir de las experiencias constitucionales de Inglaterra, EE. UU. (1787) y Francia (1791), la Constitución fue decisiva para el desarrollo del pensamiento liberal en el siglo XIX, durante el cual se promulgó en la mayor parte de los países europeos y americanos.
Constituciones
- Los primeros años que Guatemala se rigió con una Constitución escrita fue a partir de 1812, cuando se aprobó la primera Constitución de España, también denominada la Pepa, por haberse promulgado el día de San José, el 19 de marzo. Solo estuvo dos años vigente en ese país; sin embargo, en Guatemala no se abolió, sino hasta 1824, cuando se creó la primera Constitución Federal de las Provincias Unidas de Centro América.
- La Constitución Federal tuvo gran influencia del modelo estadounidense y de los principios de la Revolución Francesa.
- En 1825 se creó la primera Constitución del Estado de Guatemala, y se convirtió en el embrión para formar la futura república.
- Años después de que se disolviera la Federación Centroamericana, en 1839, se inició en Guatemala el régimen de los 30 años, en el que estuvo al frente del país el caudillo Rafael Carrera —fue jefe de Estado de 1844 a 1847 y presidente de la República de 1847 a 1848 y de 1851 a 1865—. Como reacción a ese largo período, se promulgó una Constitución, firmada el 11 de diciembre de 1879, considerada, según Gabriel Orellana, “la primera Constitución moderna de Guatemala”. Entre sus logros destacó la separación de la Iglesia y el Estado, la enseñanza primaria obligatoria, libertad de pensamiento, de conciencia y de cultos. Sin embargo fue una ley suprema hecha a la medida del presidente de entonces: Justo Rufino Barrios. Esa carta sufrió numerosas reformas, pero es, por ahora, la que más ha durado vigente.
- En 1921 hubo un intento de hacer una nueva Constitución, pero nunca tuvo vigencia, por lo que se continuó con la de 1879, hasta que se promulgó la de 1945.
- El Decreto 17, firmado por la Junta Revolucionaria, sirvió de base para los principios de la primera Constitución democrática, promulgada el 2 de marzo de 1945. En ese texto se incorporaron garantías sociales en cuanto a la familia, el trabajo —con el Código de Trabajo y la Seguridad Social—, el empleado público y la cultura. Además, se sentaron las bases de la reforma agraria.
- El 10 de enero de 1954, la Junta de Gobierno que asumió el poder, luego de ser derrocado el presidente Jacobo Árbenz, dictó el Estatuto Político de la República de Guatemala, que sustituyó a la Constitución de 1945. Posteriormente, en 1956 se procedió a elaborar una nueva Carta Magna, en la que se recogieron las principales conquistas de la anterior, pero se quebró la tradición laica de casi un siglo y se persiguió todo lo que se podía considerar “comunista”. Otro nuevo golpe de Estado derrocó esta, y promulgó la siguiente, el 15 de septiembre de 1965.
- El 31 de mayo de 1985 se firmó la actual Constitución, y se eligieron como modelos la Carta Magna peruana y las de otras de la región centroamericana, como la de El Salvador.