El nuevo aeropuerto internacional de Berlin-Brandeburgo (BER), cuyas obras empezaron en el 2006, debía sustituir a los dos aeropuertos actuales de la capital alemana, el de Tegel (oeste) y el de Schönefeld (este), ambos saturados.
Sin embargo, la inauguración fue anulada un mes antes de la fecha fijada para 2012 y la canciller Ángela Merkel nunca llegó a cortar la cinta ante los 10 mil invitados que iban a acudir a la ceremonia.
El problema inicial afectaba a seguridad para incendios, pero poco a poco se fueron descubriendo errores de planificación, de construcción, problemas con los proveedores e incluso sobornos, que hicieron caer al entonces alcalde de Berlín, Klaus Wowereit.
Desde entonces el coste sigue subiendo y podría superar los seis mil millones de euros, muchos más que los mil 700 previstos inicialmente.
Una factura que difícilmente se podrá pagar con la visitas organizadas de las instalaciones, a diez euros cada una, por los pasillos y las salas vacías del edificio.
Algunas de sus pistas sí se han utilizado pero sólo temporalmente, para aliviar el aeropuerto de Schönefeld, desbordado por los turistas que visitan Berlín.
Mientras tanto las infraestructuras que dependen del aeropuerto también están detenidas, como la nueva estación y la nueva línea ferroviaria.
No somos perfectos
Dos noches por semana un tren vacío circula para asegurarse que todo funciona bien.
“Estos trayectos seguirán” hasta el día de la inauguración del aeropuerto, indica un portavoz de Deutsche Bahn, la compañía ferroviaria.
En el hotel Steigenberger, cuatro técnicos y cuatro empleados de limpieza trabajan para mantener en buen estado las habitaciones, nuevas pero vacías. Incluso hay alguien en la recepción.
Pero de momento “no está prevista” la apertura del hotel hasta que no abra el aeropuerto, afirma el grupo hotelero Deutsche Hospitality.
En 2012 Lufthansa tenía un “gran plan” para aumentar considerablemente los vuelos directos al nuevo aeropuerto. “Pero este plan de vuelo se ha ido reduciendo por etapas”, explica Wolfgang Weber, un portavoz de la compañía aérea.
De momento Lufthansa no incluye el BER en sus planes de futuro. “Necesitamos una fecha y conocerla al menos un año antes”, indica Weber.
Para la compañía local Air Berlín, las consecuencias del retraso en abrir el BER son más graves y en abril su presidente, Thomas Winkelmann, justificó su decisión de aumentar sus vuelos internacionales desde Dusseldorf por “las limitaciones de las infraestructuras en Berlín”.
El aeropuerto que nadie ha visto pero del que todo el mundo habla se ha convertido además en el hazmerreír de muchos alemanes y objeto recurrente de bromas.
“Nosotros hemos aterrizado en segunda división pero vosotros seguís aterrizando en Tegel”, escribió en Twitter el club de futbol de Darmstadt tras haber sido derrotado por el Hertha de Berlín.
Por su parte el Ministerio de Finanzas, no dudó en incluir en un video de presentación de Alemania, en el marco del G20, el el mensaje “We are not perfect” (“No somos perfectos”) con la imagen de fondo del BER.